El ser esencial sabe lo que está haciendo y no necesariamente lo saben nuestros disfraces. Vive y experimenta a través de lo manifestado en constante transformación. Sin embargo, experimenta la vida a través de la mente, y a partir de la mente experimenta al cuerpo intelectual, emocional, sexual y físico. Si la mente no se permite cambiar con la vida, si la mente se queda aferrada a algo, si la mente deposita ideas restrictivas, no le quitamos salud a nuestro ser esencial, sino a nuestro personaje, a la persona a través de la que vivimos. Al no permitir que la persona cambie, comienzan a generarse formas de incomodidad. Porque algo que quiere cambiar no lo está haciendo, o porque algo que cambia lo hace con trabas. Los cuerpos que nos integran buscarán por todas las vías seguir el constante proceso de cambio. Es inevitable que lo hagan y lo hacen. Si la resistencia es grande, eso que no permite cambiar es lo que obliga a la muerte a actuar como forma de cambio.

Quien aprende a dominar su vehículo, a controlar su mente, a entrenar su corazón, sexualidad y cuerpo, entonces podrá permitirse cambiar constantemente junto con la vida. Quizás incluso sea capaz de desarrollar una voluntad tan grande que sea capaz de elegir y hacer, sin ser llevado por los sucesos que lo atraviesan.

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