donde-esta-nuestro-guia-interiorPor David Escalante

Todos hemos oído hablar de nuestro guía interior, de que debemos “escucharlo”, de que debemos dejarnos “aconsejar” por él a la hora de tomar las decisiones importantes de nuestra vida; de que todos llevamos a nuestro mejor “Maestro” dentro de nosotros, etc. Pero, ¿dónde está nuestro Guía Interior? ¿Qué es? ¿Cómo podemos oír o escuchar su consejo? Voy a intentar dar una aproximación a esta “realidad” espiritual que todos llevamos dentro, a la vez que reflexiono junto a todos vosotros escribiendo este artículo.

Últimamente, me encuentro con que leo, de una forma excesivamente frecuente, a muchas personas que ya sean expertos en temas metafísicos, y/o espirituales o no; o terapeutas holísticos o no, o expertos en motivación, piscología transpersonal, coaching o solamente “habitantes” de redes sociales, blogs, etc., que aconsejan sobre lo beneficioso e imprescindible que nos es para todos el “encontrar” y “escuchar” a nuestro guía interior, al “Maestro Espiritual” que todos llevamos dentro para poder tomar nada más y nada menos que las decisiones más adecuadas de nuestra vida, para así poder ser “nosotros mismos” y alcanzar el equilibrio y la paz interior que todos anhelamos.

No es que quiera hacer una crítica a la facilidad y frecuencia con la que se lanzan este tipo de frases y consejos en los medios, sino que encuentro a faltar siempre alguna indicación o enseñanza para poder saber si nuestro guía interior “esta” en algún lado, y sobre todo, como separarlo de nuestro “Yo” para que podamos discernir con suficiente claridad su consejo. Es decir, ¿dónde está? o ¿quién es? nuestro guía interior.

¿COMO SÉ QUE ESTOY HACIENDO LO CORRECTO?

Aquí es donde nuestro Yo se pone en contacto con la realidad estructurada de nuestra ética y nuestra moral personal. Es como si la ética y la moral nos sirvieran de radares y sensores que hicieran “saltar la alarma” en caso de que nuestra tendencia de comportamiento se inclinara a servir a lo que se denomina nuestras “bajas pasiones”, como son la envidia, el egoísmo, la rabia, la venganza, el odio, la vanidad, la gula, la avaricia, etc. Haciendo que nos “sintamos mal”, ya sea en el momento de crear con nuestros pensamientos el caldo de cultivo adecuado para dar rienda suelta a esas bajas pasiones, y/o después de haber cometido algún acto motivado por ellas.