por Janice Chryslereres-Charlie-Brown

Muchos de nosotros crecimos leyendo las historietas de los Peanuts en el periódico o viendo las caricaturas ya tradicionales en Halloween, el Día de Acción de Gracias y Navidad. Desde su creación en 1950 hasta que su creador murió en febrero de 2000, muchas lecciones de vida fueron retratadas a través de estas historias sencillas.

Cuando piensas de nuevo sobre las caricaturas puedes ver las lecciones de crecimiento y de la vida en general. Siempre sentimos compasión por el pobre de Charlie Brown, un niño bueno que nunca parecía estar bien. Sin embargo, sobrevivía y, a menudo, al final era el más sabio a pesar de todos los intentos fallidos de volar un papalote, todos los apodos, y de tener su corazón roto por la niña pelirroja. Él nunca se rindió. Siempre tuvo la esperanza de que esta sería la temporada en la que su equipo ganaría el juego de béisbol, que Lucy no le quitaría el balón justo cuando iba a patearlo, y que podría convencer a Peppermint Patty que Snoopy era un perro normal. Fuera lo que fuera por lo que su grupo de amigos estuviera pasando, él era el niño estable en quien todos podían contar. Tenía un corazón indulgente y amoroso.

Entonces ¿por qué no podía salir adelante? Charlie Brown carecía de la única cosa necesaria para que pudiera lograr lo que él realmente deseaba… pensamientos positivos y la confianza en sí mismo. Él era el primero en sentir que no podía y en creer las cosas negativas que Lucy tenía que decir acerca de él. Él ponía su éxito únicamente en la aprobación de sus amigos, que a menudo lo dejaban sentir defraudado y decepcionado. No eran amigos necesariamente malos, sino que no estaba siendo el amigo que él quería tener. ¿Con qué frecuencia somos como Charlie Brown? “Dios mío”, gritamos, preguntando por qué las desgracias parecen ser nuestro destino.

Colocar la culpa de nuestra situación en otras personas no nos ayuda a querernos a nosotros mismos o a  ir más allá de nuestras circunstancias actuales y lograr lo que deseamos. Tenemos que recuperar el control de nuestras vidas en el nivel más interno. Toda sanación, manifestación y crecimiento de la conciencia comienza en nuestro interior. Las respuestas no vienen todas a la vez, por lo menos no por lo general; sin embargo, si estamos abiertos a recibir y experimentar lo que se nos envía, comenzaremos a notar las muchas sincronicidades en nuestra vida. Piensa en las conexiones que te llevaron a donde estás hoy en tu vida. Cada uno de nosotros ha tomado decisiones que han dado lugar a conocer a ciertas personas y hemos tomado decisiones que nos han traído a este lugar en este momento por una razón que aún no conocemos. Todos estamos en nuestro propio viaje y nuestras experiencias serán y son únicas para cada uno de nosotros. Estar abierto a recibir y reconocer las señales y seguir nuestra intuición nos ayudará a descubrir nuestro propósito y la ruta que debemos seguir. Vamos a aprender cuándo dirigir, cuándo seguir y cuándo apoyarnos unos a otros, ya sea dentro de nuestro hogar, la comunidad o en toda la Tierra.

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