nuestra-presencia-espiritualPor David Escalante

Sabemos ya que el Ser Humano está compuesto de diferentes realidades o dimensiones metafísicas, las cuales precisamente en este momento de nuestra historia, estamos todos llamados a entender, reflexionar y asumir, como seres que somos involucrados en este gran Cambio Vibracional en el cual parece ser que está inmerso, no solo todo el planeta, sino gran parte del Universo. El poso de sabiduría, es decir de información que hemos heredado todos de las diferentes culturas y civilizaciones que nos han precedido, hablan y mucho de cómo el Hombre ha percibido siempre precisamente sus diferentes realidades dimensionales.

Parece ser que el Nuevo Hombre que la “New Age” ahora dibuja y, en teoría “se descubre a sí mismo”, necesita de otros símbolos, otros lenguajes y otras perspectivas para entender quién es, que está pasando y hacia dónde vamos todos. Pero no cabe duda que lo que simplemente necesitamos es “otro lenguaje” para explicar y re-descubrir lo que nuestros antepasados ya sabían.

Los seres humanos poseemos una dimensión espiritual de la cual debemos ser conscientes con la mayor celeridad posible, si queremos progresar en nuestro crecimiento interior y llegar a realizar el gran cambio al cual estamos llamados todos. Pero no todos estamos en el mismo nivel vibracional, ni venimos de ser conscientes de las diferentes realidades espirituales, ni siquiera emocionales, de las que nos habla y propone la Nueva Era.

Precisamente, esto es con lo que me encuentro asiduamente en mi consulta, sobre todo en los últimos cuatro o cinco años a esta parte, y es con personas que experimentan, de una forma bastante intensa y frustrante, un “vacio” en su interior, una “desconexión” en sus vidas que no saben a que atribuirlo, ni el por qué, y que de lo único que son conscientes es de que les llega a provocar cierta clase de sufrimiento.  De esto es precisamente de lo que se trata, de una desconexión con su dimensión espiritual, de una falta de “la presencia espiritual” en sus vidas, tal y como propongo en este artículo.

En muchas angustias, en muchos miedos, en muchos vacios, en muchas depresiones, en muchas dependencias, en muchas incapacidades para tomar decisiones, etc., se encuentra detrás de ello la falta de conciencia de nuestra propia existencia espiritual. Eso que muchos solo lo asocian a la religión, o a “creer” en algo, y que parece ser que siempre debe entrar en conflicto con la razón, es precisamente una fuente inagotable de felicidad o de sufrimiento, dependiendo de si le prestamos atención y “alimentamos” o no. Para empezar, es importantísimo que tengamos en cuenta que nuestra espiritualidad no es algo externo a nosotros, si no una parte de nosotros. El 50%, la mitad de nuestro ser. Aunque hayan muchos que no sepan que la tienen. De ahí viene esa desorientación tan grande que muchos experimentan, sobre todo cuando van entrando en las etapas de la vida de la madurez, entre los 40 y los 50, donde el Ego deja de tener tanto sentido, como lo ha ido teniendo durante el desarrollo y crecimiento de la personalidad; y que como no ha atendido a su “interior”, a su parte espiritual, siente una desconexión enorme respecto al “sentido de la vida”.