Cuando bloqueamos un duelo, cuando no superamos una perdida,  cuando reprimimos lo que de verdad sentimos,  o tenemos un psico-schok, éste queda grabado en el inconsciente y  cuando  la actividad conflictiva permanece en el tiempo y  ésta supera nuestros límites de tolerancia éste se manifiesta en forma de dolencia o enfermedad.

Nuestro organismo, con el único sentido biológico de preservar nuestra supervivencia, presenta un síntoma para tratar de compensar la desestabilización de la psique, ese es el modo en que nuestro inconsciente se  comunica con nosotros.

Averiguar las causas de la enfermedad es el primer paso,  y para  transitar los derroteros de nuestra propia sombra, contamos con una herramienta excepcional  como es la Obsidiana, ya que con su ayuda y dentro de un contexto terapéutico establecido,  la persona puede de modo gradual, ir liberando e integrando su inconsciente, su sombra. Así,  con el tiempo suficiente de trabajo terapéutico, este proceso  nos lleva a un cambio  en nuestro sistema de creencias. 

EL ENFOQUE Y MARCO TERAPEUTICO

Cuando nos sentimos llamados a trabajar con la obsidiana debemos encontrar un “¿porqué”? y un ¿“para qué”? queremos trabajar con ella, hemos de estar dispuestos a vernos al desnudo, cosa que no es siempre fácil ni agradable.

Por ello el marco terapéutico es fundamental para poder sobrellevar las verdades que han de desvelarse en el proceso y  es imprescindible que optemos por el trabajo terapéutico de la mano de un terapeuta debidamente cualificado en su uso y manejo.

El éxito terapéutico de la Obsidiana radica, en un buen trabajo energético en la terapia y su proceso.  Lo importante no es lo que devela la obsidiana, ni de donde provenga, lo importante es qué hacer con lo que nos muestra.

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