Amar a todos incondicionalmente no es una utopía Tercero: Recordar que amar no significa estar de acuerdo. Tampoco significa que tenga que gustarnos todo lo que vemos. Una cosa es el amor de pareja en el que deben darse una serie de afinidades que faciliten la convivencia, y otra muy distinta el amor al resto del mundo. Es evidente que hay muchas cosas alrededor nuestro que son inaceptables. Desde las relaciones del día a día que producen roces, con familia, compañeros de trabajo a amigos, a los conflictos más relevantes como la violencia, la corrupción, la injusticia o la crueldad a gran escala. El dolor que algunos seres humanos provocan no solo no puede justificarse si no que nos mueve en lo más profundo, y a menudo hace aflorar en nosotros los sentimientos más intensos y negativos. Lo natural en ese momento es que nos conectemos con nuestro mecanismo de defensa más primal y todos sus sentimientos afines: el miedo, la agresión, la ira, el odio. La verdad es que en principio, no se me ocurre nada más fuera de lugar y más improbable que sentarme a meditar y mandar amor o sentimientos positivos a quien ha generado todo este dolor. Pero aunque parezca lo contrario, no es imposible hacerlo. El secreto es cambiar de perspectiva. Se puede conservar en la mente el deseo de parar los hechos que nos producen rechazo y proceder con los procesos sociales y legales pertinentes, y al mismo tiempo no caer en la espiral de odio que nos tienta. Para cambiar de perspectiva solo debemos recordar dos cosas: que todos somos uno y que aquello en lo que nos enfocamos es lo que crece. Igual que las células del cuerpo forman una unidad aunque algunas no parezcan relacionarse entre ellas, de la misma forma todos somos parte de una entidad. Nos guste o no, la mejor forma de sobrevivir es transmutar las células enfermas en células sanas, y si esto no es posible, al menos asegurarnos de que no se extiendan. En la sociedad ocurre igual. Mientras sigamos viéndonos como entidades separadas y no relacionadas con los demás, no tenemos futuro. Debemos asumir que somos parte de un todo, que pertenecemos al mismo cuerpo, que vamos en la misma nave. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X