amar-a-todos-no-es-utopiaPor Helena Aramendia

Que levante la mano el que sea capaz de amar a todo el mundo.

Me parece que con suerte, esto se queda para los grandes maestros y algún santo que otro. Los demás nos conformamos con controlarnos y no demostrar animadversión en ocasiones.

¿Estamos realmente tan lejos de conseguirlo? ¿Es ciertamente una utopía?

No lo creo. Se me ocurren tres puntos en los que podemos trabajar para crear una sociedad basada en el amor y el respeto aunque no sea una utopía total.

Primero: empezar por nosotros mismos. ¿Cómo vamos a ser capaces de amar incondicionalmente si no lo hacemos con nosotros? ¿Cuántas veces al día nos juzgamos, no nos aceptamos como somos, nos exigimos mucho y nos apreciamos poco? No podemos dar a otros lo que no tenemos en nosotros. Si no somos capaces de tratarnos con el amor y el respeto que nos merecemos, no vamos a hacerlo con los demás tampoco. Lo primero que debemos hacer es aprender a querernos, a valorarnos, a respetarnos a nosotros mismos.

Segundo: entender que detrás de cada uno hay una historia. A este respecto suelo poner un ejemplo que aunque es de ciencia ficción casi todo el mundo conoce, y que ilustra muy bien lo que quiero transmitir. ¿Os acordáis de Darth Vader en La Guerra de las Galaxias? Durante las primeras películas de la serie vemos que él es la personificación del mal y de la oscuridad. Todo lo que hace es espantoso e injustificable. Cuando vemos los episodios referentes a su infancia, sin embargo, nos parece mentira que un niño tan adorable pueda llegar a convertirse en el personaje siniestro que conocemos. Solo cuando conocemos el resto de la historia somos capaces de entenderlo. No es que estemos de acuerdo ni que lo justifiquemos, puesto que vemos claramente sus errores de juicio, y sus malas elecciones, pero nuestra actitud como espectadores cambia al conocer la historia completa.

Somos seres complejos en un universo dual. Estamos sujetos a leyes kármicas y vivimos en un planeta escuela al que venimos para aprender, y donde cometemos muchos errores. Colocarnos en una perspectiva más amplia en el tiempo y el espacio nos ayuda a calmarnos y mitigar las reacciones viscerales que tenemos ante ciertos hechos. Entender que cada persona que se cruza en nuestro camino tiene su propia historia, sus dificultades, sus limitaciones, sus experiencias, que todo ello ha hecho de esta persona quién es.