1) Avaricia

Carta: El Sol (19)

Tomamos todo lo que podemos porque nos hace sentir más grandes, más fuertes o mejor que los demás. Lo que necesitamos sanar es que hemos olvidado que todos somos capaces de brillar, luminosa y brillantemente, y no necesitamos pelear por tener dominio sobre los demás o tomar más de nuestra parte justa. Sólo brilla, y el resto vendrá. El sol nunca se queda sin calor o luz (a menos que cuentes la noche, lo que simplemente significa que se está extendiendo por otro lugar) y esta carta sugiere que la distorsión radica en la creencia de que todo el mundo tiene “un patio más soleado que el tuyo”. Hay suficiente para todos los seres en el planeta ya que éste ha albergado vida durante miles de años.

Carta angelical: verdad e integridad

Esta carta habla de seguir tu propia guía y tu propia verdad. No tomes por ciertas las ideas que otros te presentan de como están las cosas, la forma en que están destinadas a ser, o la forma en que se hacen. No tomes por sentado la idea de que las cosas externas a ti te van a hacer mejor de lo que eres. En su lugar, trata de encontrar la verdad dentro de ti; cuando la encuentres, vívela.

Lo más importante es que todos podamos redescubrir nuestro propio Sol interior y que sigamos nuestro destino. Será diferente para cada uno de nosotros. Ya no necesitaremos robarle a nadie más la luz de su sol, porque vamos a estar tan concentrado en seguir nuestro propio sol que nos olvidaremos que algún día necesitamos el de los demás.

2) Lujuria

Carta: El Emperador (4)

Conquista. Energía masculina y sexual – distorsión de la protección de lo Divino Masculino – querer dominar y poseer [en particular a otros]. La palabra clave aquí es “posesión”. La lujuria es una distorsión del deseo porque pervierte el instinto de querer experimentar algo y lo convierte en el deseo de poseer algo (creyendo, tal vez, que no se encuentra en nosotros y que al poseerlo infundirá sus características en nosotros). Invadimos los límites de los demás, los utilizamos para nuestra propia satisfacción, y absorbemos su energía para satisfacer nuestras “necesidades”. Algunas perversiones de nuestras necesidades se han normalizado para disimular la distorsión continua. Como se ha sugerido en muchos lugares, el cambio hacia el Amor Divino y el Femenino Divino es un reequilibrio del Masculino distorsionado. El Masculino Divino en sí mismo es una energía hermosa y poderosa, pero las distorsiones han causado mucho sufrimiento.

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