La humanidad actual, en su estado de Homo sapiens, progresó tecnológicamente pero involucionó en su conciencia (aunque lo de «tecnológicamente» es discutible si creemos que los egipcios gobernaban la antigravedad…).

El común de la gente de nuestra civilización ha perdido la conexión que los antiguos tenían con la Fuente, el Origen, el Todo. No se ha comprendido con profundidad la magnitud que tales civilizaciones tuvieron. Creemos que eran bárbaros, paganos, incultos porque adoraban al Sol y a las estrellas…

Ahora nos sentimos solos, aislados. Estamos juntos, conectados, comunicados; pero solos. ¿Nos sentimos solos porque hemos perdido el contacto con la Fuente que los antiguos veneraban? Hemos perdido el contacto consciente con el Sol como un ser vivo, a cambio de solo querer de él que nos deje la piel bronceada.

Alejados de nuestro ser interior y del lenguaje de los cielos, estamos viviendo en una especie de intemperie metafísica.

Curiosamente, la etimología de las palabras (de la que se aprenden muchas cosas) nos regala un juego de fonética en castellano con la palabra «soledad», ya que si le invertimos el orden nos queda «edad del Sol», que significa, ni más ni menos, momento de luz, intimidad, claridad con uno mismo y con todo lo que nos rodea.

Poca gente conoce esa soledad rica, que nutre, que conecta con la fuente de la vida.

La física cuántica está haciendo descubrimientos y experimentos respecto a la realidad dependiendo de cómo la veamos.

Es un momento en el que se aproximan grandes cambios.

2012. Este es el año terrestre en que las profecías mayas dicen que la humanidad está a punto de ensayar la mirada del águila, del mismo modo que los egipcios hablaban del ojo de Horus, la expansión de la conciencia. Una visión coincidente con la de los indios hopi, con los yoguis de la India. Todos mencionan que necesitamos ver con el ojo interior y su poder para comprender que el universo, que parece tan distante y ajeno, en realidad está en la palma de la mano y responde a una sola Unidad.

Un proverbio dice que la vida del hombre es una línea entre dos puntos: un pasado que no recordamos y un futuro que no sabemos cómo será.