Para los antiguos Hawaianos, estamos compuestos por tres partes o entidades separadas y el equilibrio entre ellas es lo que nos permite fluir por el mundo en armonía y paz. Estos tres entes son el subconsciente o niño interior (Unihipili), el intelecto que es la parte consciente y es quién toma las decisiones representada por la madre (Uhane) y el supraconsciente identificado como el padre (Aumakua) es nuestra parte espiritual. Cuando todos estos seres están alineados en perfecta armonía, regresamos al estado original, como Dios nos ha creado.

La relación más importante que existe en el cosmos, es el nexo entre la madre y el hijo, no nuestro hijo terrenal sino el niño que todos llevamos dentro junto con nuestro intelecto. El es quien manifiesta la realidad que vivimos de la forma que la percibimos. El es el encargado de iniciar la limpieza de las memorias que nos causan dolor y con su colaboración estas se limpian más rápido. Si esta relación no se establece, con amor, comprensión y compasión, estaremos experimentando problemas a lo largo de nuestra vida. Podemos restablecer el vínculo y mejorarlo logrando una cooperación entre ambas partes y para esto es necesario construir un intercambio consciente de información y conocimiento a través de la comunicación amorosa, para entender como nuestro niño interno piensa y siente, y porque reacciona de la manera que lo hace.

El se comunica con nosotros a través de imágenes, memorias y emociones que van saliendo a la superficie, pero nosotros solo tenemos acceso a él a través del péndulo y los símbolos como el tarot, las runas o a través de experiencias chamánicas.

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