La afirmación de Francisco I es una voz fuerte alzándose frente a siglos de silencio, pero no es el único que, dentro de los predios vaticanos, afirma y reafirma esta realidad ya escrita en los libros sagrados de la antigüedad. Pero Putman y Horn alegan que su posición es la de la comunidad jesuita, a la que pertenece, señalando a esas inteligencias foráneas como salvadores.

La posición del Vaticano es absolutamente definitiva y formal, nada nueva. En una homilía del Papa Benedicto XVI en 2009, ya hubo evidencia clave de los preparativos del Vaticano para aceptar la presencia extraterrestre.  Pero el Director del Observatorio Vaticano en Castel Gandolfo, el Padre José Funes alegaba que era posible que ellos existieran, pero que en realidad no eran más que ovejas perdidas.

La polémica dentro del ámbito de investigadores religiosos nos obliga a recordar a Guy Consolmagno, astrónomo del papa quien aseguraba la presencia extraterrestre como una realidad tal, que sugirió bautizarlos. ¿Bautizar a quienes no existen? Actualmente a Consolmagno se le ubica en los cuarteles generales del Observatorio Vaticano ubicado en el Palacio de Castel Gandolfo y es portavoz del  Grupo de Investigación del Observatorio Vaticano. Vale preguntarse, si su dedicación es a la promulgación de la fe cristiana, ¿para qué necesitan un observatorio?

Sin olvidar al célebre Monseñor Corrado Balducci, sacerdote exorcista para la Arquidiócesis de Roma y amigo personal del Papa Juan Pablo II, quien durante años demonizo a los hermanos de las estrellas para terminar reconociéndoles como hijos del mismo Dios. Por otro lado, cuando se es “amigo personal” del Papa y se ha vivido 52 años en los dominios vaticanos, ¿hubiese Balducci ofrecido las declaraciones que dio sin la previa aprobación del Papa?

Hoy en día, se le acusa de falso profeta, sencillamente porque acepta una realidad de la cual hay incontables evidencias. Estoy segura que hay un vínculo entre, por ejemplo, la NASA o cualquier organismo semejante con los observadores del vaticano.

Y no ha de pasar mucho tiempo antes de que este tema sea tomado como algo natural y regular, apartando las fantasías y mentiras a que intentaron  acostumbrarnos religiosos, científicos, ortodoxos y radicales.