Ser visto es un don que todos podemos darnos los unos a los otros si tan sólo vamos más despacio por la vida. Olvídate del teléfono. Tus quehaceres siempre estarán allí.  Tu trabajo todavía estará allí. La cena todavía estará allí para ser cocinada.

Sin embargo, ese momento de ver y ser visto pasa en un instante.

Algunos de nosotros elegimos cometer delitos, comprar coches, casas y ropa de luto, hacer rabietas e irnos de pinta, todo con afán de ser vistos. Es una vergüenza que tengamos que recurrir a esos medios para asegurarnos de que alguien, incluso un extraño en este planeta, reconozca nuestra presencia y vea la alegría, el miedo, la lucha, el éxito que todos encarnamos juntos en esta experiencia colectiva llamada la vida.

Por lo tanto, si no tienes ni idea sobre qué regalarle a los demás, da el regalo de la presencia. Ve a la persona que tienes delante de ti.

Observa el color de sus ojos.

Toma nota de sus manos.

Huele su hermoso perfume.

Ve los agujeros en su ropa.

Aprecia su sonrisa.

Todo lo que reconoces sin juicio o miedo es un verdadero regalo de tu espíritu a otro espíritu.

Mira a los demás. .. Mírate a ti… Mira al mundo. Es el mejor regalo que puedes dar y recibir.