Dime qué te duele y te diré qué piensas -Bueno la verdad es que cada año, luego de que los dejo en el aeropuerto, caigo en depresión por un par de semanas y luego se me va pasando- -Dígame entonces ¿por qué este año fue distinto de los otros?- -No lo sé, creo que quizá ya estoy cansado de estar sin mi familia y cuando vi al avión elevarse sentí una punzada en el estomago que corrió hacia mi pierna derecha y poco después empecé a experimentar el adormecimiento y la pérdida de control que ya le comente- En este momento de la conversación, es ya evidente para mí como esta persona fabricó su condición actual de salud. Las piernas nos permiten correr alejándonos de aquello que nos persigue o avanzar hacia aquello que deseamos. En el caso del amigo de nuestra historia una parte de él quisiera correr atrás del avión y retornar a México, mientras la otra parte, presionada por las responsabilidades, sabe que tiene que quedarse a cumplir con los envíos de dinero. Frente a esa batalla interna la mente subconsciente procede a paralizar la pierna para impedirle “correr atrás de la familia”. Es obvio que este mecanismo subconsciente no está resolviendo el problema real de la separación familiar pero si lo pone en evidencia a través del ataque sistemático de la pierna como un símbolo de la distancia entre él y sus seres queridos. Una vez que explico a mi cliente cómo es que sin quererlo se fabricó semejante condición, basta aplicar una sencilla técnica de sugestión, sembrar los pensamientos adecuados y aliviar la tensión emocional para que la pierna de inmediato responda recuperando sus funciones y sensibilidad. Y lo que para algunos pareciera un milagro, para nosotros no es más que la evidencia de un poder que todos poseemos pero que pocos saben usar conscientemente. Algunos podrían considerar esta experiencia como una excepción a la regla, pero: ¿Qué decir de los innumerables casos de personas que padeciendo por un shock emocional desarrollaron una diabetes por ejemplo? ¿Qué tal la mujer cuya infección al oído solo pudo curarse cuando reconoció que no había querido escuchar a su hija reclamándole que el padrastro estaba abusándola? Lo que quisieras no oír sigue ‘gritándote’ al oído. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X