Reconoce las señales de la Naturaleza Por Shelly Wilson El universo es espléndido cuando nos presenta orientación y señales. La capacidad de reconocer cuando se está recibiendo la orientación del Universo, tu Ser Superior, tus ángeles y tus guías es una habilidad que se domina fácilmente con práctica y paciencia. Las señales se nos presentan como monedas, canciones en la radio, conversaciones escuchadas e imágenes. Al caminar al aire libre para disfrutar y deleitarte con la madre naturaleza, una multitud de oportunidades para las muestras nos esperan en la forma de pájaros, nubes, mariposas y otros insectos diferentes. La orientación es a veces sutil y viene en susurros y toques suaves. Esta misma guía puede llegar a ser más fuerte, más persistente y puede sentirse como el proverbial empujón cuando no la reconocemos. Cuando esto ocurre, el Universo está convencido de que debemos recibir el mensaje. Nos corresponde a cada uno de nosotros elegir a escuchar y tomar acción sobre esta guía. Tenemos libre albedrío y siempre podemos elegir si deseamos o no hacerlo. Sin embargo, es importante reconocer y agradecer la orientación que estás recibiendo y expresar gratitud por ello. Entender el cómo, cuándo, por qué o qué no es pertinente en el momento en que se reconoce, sin embargo, debe ser reconocido. El significado te llegará precisamente en el momento en que debería. Me gustaría compartir con ustedes la historia de una señal fundamental que reconocí inmediatamente. El 2 de diciembre de 2010, mi día comenzó con una meditación guiada corta, y escogí una carta para mí. Ese día opté por utilizar las Cartas del Oráculo de los Arcángeles de Doreen Virtue. La carta que saqué para mí fue “Abre tus alas” con el Arcángel Ariel diciendo: “No te detengas. El momento es perfecto, ¡y ya estás listo para volar!” Acepté el mensaje, pero podía sentir como entraba la duda a mi ser. A decir verdad, cuestioné mis capacidades y mi propósito. Unas horas más tarde, caminé por mi casa a recoger el correo. Recuerdo claramente el brillante cielo azul sin nubes. Caminando de regreso por el camino y llegando a la casa, había una sola nube en el cielo. Me miró con asombro y sonrió. La imagen de la carta del oráculo se presentaba a mí “más grande que el cielo.” Corrí a la casa, agarré mi cámara y tomé algunas fotos. Volví a entrar para bajarlas a mi computadora. Cuando volví a ir afuera para ver la nube una vez más, había desaparecido por completo. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X