Si no hubiera tenido aquella experiencia de amor incondicional, habría obtenido los mismos resultados en mi investigación. Sin embargo, creo que una vocecita en el fondo de mi cabeza me hubiera dicho: «¿Cómo puedes saber que eso es verdad?». Bueno, sé que es verdad porque lo experimenté yo mismo. Y por eso puedo decirte con absoluta seguridad y certeza que, como almas, estamos hechos de la energía del amor incondicional.

Para investigar los planes prenatales de otras personas colaboré con cuatro médiums y canalizadoras de mucho talento. Entre ellas se encontraba una que podía escuchar las conversaciones que la gente había tenido antes de nacer con sus futuros padres, hijos, parejas, amigos y otros seres queridos. Puse todas esas conversaciones, palabra por palabra, en el libro. Las personas que entrevisté habían planeado desafíos como enfermedades físicas, hijos con minusvalías, sordera, ceguera, adicción a las drogas, alcoholismo, pérdida de un ser querido y accidentes diversos.

¿Por qué, antes de nacer, planeamos experimentar desafíos? Encontré cuatro principales razones.

Primero, los desafíos nos permiten equilibrar el karma de vidas pasadas. El karma, a veces, se contempla como «una deuda cósmica», pero yo lo veo más como energía en desequilibrio. Digamos, por ejemplo, que en una vida pasada una persona estuvo físicamente enferma y otra fue su cuidador. Cuando esas dos personas regresan a la forma espiritual y revisan sus vidas, tendrán una sensación de energía en desequilibrio. Una forma de crear equilibrio consiste en intercambiar los papeles. El que estaba enfermo planea ahora ser el cuidador, y el que hacía de cuidador ahora planea experimentar la enfermedad. Lo que convierte estos proyectos prenatales en algo tan desafiante es que, una vez se está en el cuerpo, ningún alma recuerda su plan prenatal.

Segundo, planeamos esos desafíos para sanar. Por ejemplo, Penélope, la mujer sorda que aparece en el capítulo de mi libro que trata de la sordera y la ceguera, planeó nacer totalmente sorda porque en una vida pasada había escuchado los disparos que mataron a su madre. Era muy pequeña cuando tuvo lugar el asesinato. Estaba traumatizada por la muerte de su madre, y en esa encarnación más adelante llegó a suicidarse. En esta vida, buscaba centrarse en la autocuración y quería asegurarse que su sanación no resultara entorpecida por un trauma similar. En su sesión de planificación prenatal, su espíritu guía pregunta: «Querida… ¿prefieres nacer sorda para que ningún sonido te recuerde aquello que escuchaste?». Penélope responde: «Sí, eso es lo que quiero y deseo».