Por Robert Schwartzdesafios-de-la-vida

7 de mayo de 2003. Recuerdo bien aquel día, porque fue el día en que cambió mi vida, el día que me catapultó a escribir el libro El plan de tu alma.

Por entonces, tenía cuarenta años, trabajaba por mi cuenta como consultor de marketing y comunicaciones, y me sentía profundamente insatisfecho con mi vida. A menudo tenía la sensación de que si desapareciera de la faz de la tierra, ninguno de mis clientes se daría cuenta de ello. Simplemente contratarían a otro para hacer mi trabajo y continuarían con sus cosas.

Sin embargo, al mismo tiempo, tenía la sensación de que mi vida tenía un propósito más elevado. Simplemente, no sabía cuál. Y así, en mi búsqueda de esta vocación mayor, aquel día del 2003 hice algo que nunca antes había hecho: asistí a una sesión con un médium.

El médium me presentó el concepto de los guías espirituales –seres no físicos, altamente evolucionados, con quienes planeamos nuestras vidas antes de nacer y que nos guían en la vida tras habernos encarnado –. A través del médium, pude hablar con mis guías. Me dijeron que yo mismo había planeado muchos de los mayores desafíos de mi vida –y que lo había hecho antes de nacer –.

Podría haber desestimado esto como una complicada fantasía, pero sucedía que mis guías sabían literalmente todo de mí. No sólo sabían lo que había hecho en la vida, sino también qué pensaba y cómo me sentía. Pensamientos y sentimientos privados que nunca había compartido con nadie.

Por ejemplo, cinco años antes había pasado por un momento personal muy difícil. Un día, en la intimidad de mi casa, y en silencio, hice una oración a Dios. Dije: «Dios, no puedo superar esto yo solo. Por favor, envíame ayuda». Había olvidado por completo aquella plegaria, pero mis guías sabían de ella y me la recordaron. Añadieron «Tu plegaria ha sido respondida», con lo que querían decir que estaba recibiendo una guía no física. Me quedé atónito.

Como puedes imaginar, cuando ciertos seres saben literalmente todo de ti, ganan muchísima credibilidad.