Por Enrique Villanueva C.Ht.las-creencias-y-como-cambiarlas    

“No desees que esto fuera mas fácil, desea que tu fueras mejor” – Jim Rohn

Creencia: (De creer).

  1. f. Firme asentimiento y conformidad con algo.
  2. f. Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos.
  3. f. Religión, doctrina.
  4. f. ant. Mensaje o embajada.
  5. f. ant. salva (‖ prueba que se hacía de la comida y bebida).

¿Por qué si estamos conscientes de que necesitamos cambiar de trabajo, de apartamento, de pareja, o de ambiente, no somos capaces de mover un dedo en esa dirección?

Ocurre que todo lo que hemos aprendido durante la vida ha creado asociaciones nerviosas muy específicas, y así como cada palabra es capaz de generar una respuesta química o neurotransmisor  en el cerebro que a su vez crea una emoción o sensación en el cuerpo, así también todos nuestros hábitos, conductas y creencias han sido codificados como una respuesta química que genera una reacción en el sistema nervioso.

Aprendimos que el fuego era peligroso la primera vez que acercamos la mano a un cerillo encendido y nos quemamos. Nuestro sistema nervioso asoció dolor con el acto de someternos a la acción destructiva del fuego, y desde entonces este aprendizaje ha permanecido con nosotros, ayudándonos a evitar el peligro de volver a herirnos. Es pues un mecanismo de supervivencia el que está operando aquí, y si somos capaces de descubrirlo en acción, podremos también condicionar las respuestas de nuestro sistema nervioso.

Varias décadas atrás un científico ruso de apellido Pavlov hizo un experimento con un perro al que le dejaba escuchar una campana cada vez que éste comía. El sistema nervioso del animal, asoció de tal manera el sonido con los alimentos, que bastaba que Pavlov hiciese sonar la campana para que el perro empezase a producir saliva, aun cuando no existía ningún alimento real frente a el. Este experimento fue llamado: “Reflejo Condicionado”, y es una evidencia clara de que la respuesta del sistema nervioso puede ser modificada a voluntad.

Digamos que usted no puede dejar de comer tortillas o pan, pero sabe que eliminar este alimento de su dieta lo ayudara enormemente en su esfuerzo por bajar de peso; lo que tenemos que hacer entonces es crear una asociación negativa con las tortillas. Hasta ahora usted no había sido capaz de dejarlas porque le resultaba gratificante comerlas, y yo de ninguna manera le voy a pedir que las deje. Aun más, le voy a sugerir que compre las tortillas que le parecen mas deliciosas y que las coma a toda hora si usted gusta, pero eso si, una vez que haya terminado de comerse la última, quiero que de inmediato escoja algo que le resulte muy desagradable, como darle una mordida a un jengibre o tomarse dos cucharadas de aceite de hígado de bacalao, o cualquier cosa que le resulte intolerable de sabor y consúmalo.

Ocurrirá que su sistema nervioso empezará a asociar tortillas con la nausea o el dolor que provoca consumir el producto final, y en poco tiempo el desagrado que experimentará será tan alto que cada vez que se acerque a las tortillas o siquiera las huela empezara a sentir un rechazo involuntario. Su cuerpo asociará tortillas con nausea y dolor de modo que le resultará muy fácil dejar aquello que por tanto tiempo se había convertido en una obsesión para usted. La generalización de esta experiencia lo llevara a manifestar una nueva creencia respecto de las tortillas.

De igual manera imagine que tiene que presentarse a una entrevista de trabajo, prepara todo lo que necesita y da la entrevista de la mejor manera que puede. Al margen de si consigue usted el trabajo o no, sería muy importante que se premiara de alguna forma, de modo que el sistema nervioso pueda asociar placer con el acto de ir a dar la entrevista.

¿Qué le da placer a usted? Escuchar música, comer algún platillo en especial, hablar con sus padres, ir a ver una película al cine. No se, determine usted que sería una buena recompensa y proceda a gratificarse cada vez que de un paso en la dirección de su meta.

Cada vez que consiga avanzar en la dirección de su meta, se recompensará de modo que el sistema nervioso reconozca que hay placer allí. Y por el contrario se castigará cada vez que no haga lo que estaba supuesto a hacer. ¿Cuál seria un castigo apropiado? Eso es algo que solo usted puede determinar.

Darse un baño con agua fría por no haberse presentado a la entrevista de trabajo, o ponerse una liga en la muñeca y darse un ligazo cada vez que surge un pensamiento negativo, es una manera de asociar dolor con aquellas cosas que queremos erradicar de nuestras vidas.

Cuanto más dolor asociemos con la flojera, la pereza y la postergación, más difícil nos resultará mantenernos en ese estado, y por el contrario cuanto más placentera nos resulte una acción determinada, como el hacer llamadas, consultas, o dar entrevistas, etc., más fácil será continuar avanzando.

Pero, para que esto funcione bien, hay un truco que tenemos que tomar en cuenta y es que para el sistema nervioso la recompensa y el castigo tienen que ser eventos inmediatos al acto que queremos corregir o afianzar como una nueva creencia.

Si por ejemplo, en el experimento del Pavlov, el perro hubiese escuchado la campana una hora después de comer o una hora antes, la asociación con el sonido no se hubiese creado y el condicionamiento no existiría. Nuestro sistema nervioso no es muy diferente del perro de Pavlov, y si nos entrenamos para recibir recompensas y castigos inmediatos a nuestro accionar, cada vez nos resultará mucho mas sencillo caminar en la dirección de aquello que es nuestra meta, modificando así nuestras creencias de base.

Estudie sus propias reacciones, pregúntese: ¿Qué cosa me da placer haciéndome sentir gratificado? y ¿Qué me provoca dolor o una sensación de desagrado? Una vez que haya determinado con claridad estas cosas, aplíquese a castigarse o recompensarse mientras avanza sobre su plan de acción, descubrirá que las cosas que antes le infundían temor ahora le resultan agradables.

Tenga en cuenta que no se trata de que usted modifique toda su estructura mental de un día para otro, pero si se aplica a realizar pequeños cambios todos los días, siguiendo las pautas que aquí le comparto, cuando menos lo espere su vida estará completamente transformada.

Toda ruta se inicia con un paso, así que no le reste importancia a los pequeños cambios que esta operando en su vida, porque lo realmente trascendental empieza a ocurrir en el momento mismo en que usted se aplica a avanzar.

Un paso a la vez mí amigo, porque como dijo alguna vez un sabio: Caminando despacio se llega lejos.  

(Extracto del Libro: EL MAPA DEL GRAN TESORO por Enrique Villanueva)