Por Janice Chryslerel-armario-de-sally

Hace muchos años, en un lugar no muy lejano, vivía una niña encantadora llamada Sally. Su lugar favorito en el mundo entero era su dormitorio. Era aquí donde ella jugaba con sus muñecas, construía reinos con bloques y viajaba a lugares imaginarios a través de sus libros.

Pero la mejor parte de estar en su cuarto era justo antes de dormir cuando ella caminaba de puntitas hacia la ventana y contemplaba la luna y todas las estrellas centelleantes en el cielo y pedía un deseo. Después se acurrucaba en su cómoda cama grande donde ella pensaba pensamientos reflexivos y soñaba sueños maravillosos.

A veces Sally pasaba tiempo a solas en su cuarto pensando… pensando en lo mucho que se divirtió ese día en la fiesta de su amigo, lo deliciosas que estuvieron las galletas de su mama, lo feliz que se sintió cuando su papá le enseñó a andar en bicicleta, y las grandes cosas que había aprendido ese día en la escuela. Mientras pensaba estos pensamientos felices, se preguntó cómo podía recordarlos a todos. ¡Fue entonces cuando Sally tuvo el pensamiento más grande de todos!

Al final de la habitación había una gran puerta de madera que daba a un armario vacío. El armario tenía montones y montones de estanterías que cubrían desde el suelo hasta el techo. Sally nunca pudo decidir qué poner en él hasta ahora. Ella haría cajas hermosas para celebrar sus recuerdos especiales. Sally se puso de inmediato a trabajar cortando y pegando, coloreando y dibujando.  Después llenó todas las cajitas con un recuerdo especial. ¡Qué idea más maravillosa! Sólo hacer las cajas la hizo muy, muy feliz.

“¡Ya está!” exclamó Sally con una amplia sonrisa mientras colocaba la primera caja en el estante, “Ahora cada vez que abro el armario recordaré lo feliz que me sentí cuando hice esa caja.”

Y así fue; Sally hacía cajas bellamente decoradas que representaban un día especial en su vida, luego las colocaba cuidadosamente en un estante en el armario. Cada vez que abría la puerta del armario veía todas sus cajas y sonreía al recordar los maravillosos sentimientos contenidos en cada caja.

Al paso del tiempo, Sally creció como lo suelen hacer todas las niñas. Pronto aprendió que no todos los recuerdos son felices, pero decidió que también los guardaría. Sin embargo, cuando se sentía enfadada y no estaba de humor, tenía demasiada prisa para decorar las cajas con lazos y colores brillantes. Solo abría la puerta y empujaba la caja hacia adentro y no hacia caso de dónde la colocaba. Aquellos tiempos cuando Sally estaba triste, pensó que podía ocultar esos sentimientos en una caja grande de color marrón. Esta caja también fue empujada dentro del armario.

Cada vez que abría la puerta del armario veía todas las cajas oscuras y tristes sin decorar. Sin darse cuenta, Sally pronto comenzó a coleccionar todo tipo de emociones y la mayoría de ellas no eran felices, hasta que un día de Sally ya no podía cerrar la puerta del armario. Así que ella empujó y empujó y empujó un poco más hasta que Sally escucho el clic de la puerta.

Dio un gran suspiro: “¡Ah, estoy tan contenta de que haber terminado!” Ella decidió en ese momento que se iría y nunca, mientras viviera, abriría de nuevo la puerta del armario. “De esa manera”, se dijo, “nunca voy a recordar todos los malos recuerdos y nunca tendré que sentirme sola, triste, herida o enojada otra vez. Yo nunca volveré a ver esas cajas feas de recuerdos negativos!”

Entonces, una noche mientras Sally yacía en su cama grande y cómoda, simplemente pensando pensamientos reflexivos y soñando sueños, escuchó un sonido muy extraño. ¡Venía de su armario! ¿Qué podría ser? La gran puerta de madera comenzó a agitarse, crujir y a vibrar como si estuviera volviendo a la vida. Poco a poco, Sally se levantó de su cama grande y cómoda, y aún más lentamente se dirigió hacia la puerta del armario. Puso su mano, que ahora estaba temblando, en ella y tocó la chapa. Había pasado mucho tiempo desde que Sally había puesto algún recuerdo en ese lugar. Ella pensaba que era mejor olvidar el pasado, de esa manera nunca tendría que enfrentar el lado oscuro de sus emociones.