ALLÍ. PRESENTE. CONSCIENTE Claro que tenemos nuestras peleas (y en muchos casos me hubiera gustado haberlas manejado mejor) pero en el balance los abrazos superan con creces las caras amarradas. A lo largo de este tiempo mis tres mujeres (porque no puedo dejar por fuera a mi esposa) me han ayudado a ser una mejor persona. ¿Cómo? Llevándome a navegar en la complejidad de las relaciones familiares y sirviéndome de espejo para observarme con mayor claridad. Eso ha significado estar allí, presente, consciente. También ha significado tomar una decisión importantísima: dedicarles tiempo, de la misma forma que me lo dedico a mi mismo. Conozco a mucha gente que dice “hubiera querido disfrutar más a mis hijos, pero los años se me escaparon entre el trabajo y las obligaciones”. Es verdad, la vida tiene muchas artimañas para enredarnos, y si no prestamos atención a lo que realmente importa podemos encontrarnos en una posición difícil: mirando hacia atrás y lamentando todo lo que dejamos de hacer. ¿A dónde voy con todo esto? Sencillo: el tiempo que pasamos junto a los hijos es breve. Aprovéchalo. Hay quienes dicen que lo relevante es la calidad y no la cantidad. No estoy tan seguro. Creo que una mejor ecuación incluye mucho tiempo con una entrega real. Lo más difícil es hacerlo sin esperar nada a cambio. Eso es amor incondicional. Días atrás jugaba con mis hijas en el mar (para ellas jugar es sinónimo de encaramarse en mis hombros y jalarme los pocos pelos que me quedan) De pronto Isabel me abrazó, y dándome un beso, dijo “estos son los momentos que siempre recordaré”. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X