El secreto y la buena noticia es que no necesitas saber nada acerca de tu cargamento, si eres capaz de generar la voluntad de abandonarlo todo, sin que te importe qué cosas puedan quedarse atrás en el proceso, sin miedo a que algo que te importa se pueda desperdiciar entre la basura que lo rodea. Esto es imposible, nada de valor puede confundirse y menos fundirse con lo despreciable. Pero no puedes tener la certeza de ello hasta que lo hayas observado en ti.

Todavía crees que algo de este mundo es digno de valoración. Hasta que tengas el arrojo de soltarlo todo, no descubrirás que lo que realmente importa te pertenece inevitablemente, y que, curiosamente, y contrariamente a lo que creías, no pesa nada. No hay nada que mantener, no hay nada que alimentar, nada por lo que esforzarse. Más bien al contrario, lo que realmente es necesario, lo único que verdaderamente es imprescindible conservar no es algo que debes sostener, sino que es algo que te sostiene.

Sin embargo, es muy difícil que a través de unas palabras te convenzas de esto, el “precio” a pagar por esta paz de no tener que hacer nada, es llevar a cabo la única tarea que tienes pendiente: atreverte a soltar, soltarlo todo. En ese momento, irremediablemente, todo lo que pesa se cae, y todo lo demás se queda y te levanta.

Lo cierto es que sostienes todo eso porque esperas que eso te sostenga a ti. Pero no a ti realmente, sino a ese conjunto de cachivaches inútiles que tú llamas tú. Porque ese tú compuesto por tu nombre, tu profesión, tu lugar en la familia, tus costumbres… es otro collar de plomo que llevas al cuello.

1 2 3 4

About The Author