Reconectándonos con nuestra verdadera entidad Por Luisa Chesneau- Pichardo El género humano ha creado las cosas más indescriptibles y hermosas del mundo y ha utilizado esa misma capacidad para asolar a la humanidad. Cuando pensamos en los aportes del hombre a la sociedad nos sentimos parte de ellos, pero cuando nos referimos, por ejemplo, a la creciente destrucción del equilibrio ecológico, al sufrimiento de ciudadanos de muchos países, a la violencia, inmediatamente ubicamos a los que creemos únicos responsables, sentimos pena por las víctimas mas no compromiso, y no lo sentimos no porque seamos seres sin corazón, sino porque creemos que aquello que ocurre fuera de los límites de nuestro control, no tiene que ver con nuestra realidad y mucho menos con nuestra responsabilidad. Este es un enfoque limitante ¿Por qué?, porque nuestra vida, aun cuando no lo tengamos consciente, está conectada a todas las formas de vida que habitan este pequeño espacio que conocemos como planeta Tierra. La energía que producimos los moradores de esta aldea con nuestras acciones, incide positiva o negativamente en el universo entero. Afortunadamente, poseemos un manantial inagotable de riqueza espiritual que nos permite conectarnos con nuestra sabiduría innata, que es generosa, empática y abraza a todos por igual. Estamos aquí para vivir en pos de grandes ideales, para lo cual precisamos ser perseverantes, valientes, decididos y evitar dejarnos influenciar por nuestro pequeño ego que nos impulsa a tener una mirada fragmentada de las cosas; nos hace creer que no somos parte de la tragedia humana; considerarnos por encima de todo y a salvo, porque no tenemos nada que ver con lo que ocurre a nuestro alrededor. En contravía, el gran ego nos hace sentir parte del todo, responsables de lo que ocurre, constructores de sociedades justas y respetuosas de la dignidad humana, buscadores de formas de apoyo a este hermoso mundo que solo espera de nosotros aportes inclusivos. La búsqueda espiritual nos invita a desenvolvernos siendo fieles a nosotros mismos, ofreciendo lo mejor en el lugar donde nos encontremos. Se trata de convertirnos en alguien capaz de brindar a los demás la alegría de vivir una existencia de valor. Ello es estar conectados a nuestra verdadera entidad, para lo cual sólo requerimos decisión y coraje. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X