infidelidad-perdida-o-beneficioPor Leise Esther García Fajardo

Uno de los motivos de consulta  más frecuente  por parte de  las parejas  es la infidelidad.  Decisiones  de separación o  abandono, llevan a la frustración y muchas veces al arrepentimiento.

Las decisiones  nunca deben  ser precipitadas, sobre todo si hay hijos. La impaciencia, la desesperación no son las mejores aliadas.  Algunas personas molestas por las circunstancias  toman la decisión de separarse sin reflexionar sobre los aspectos que no funcionan en la relación y cómo podrían repararlos.

La  primera reacción que alguien podría tomar es acusar al otro del problema.  La pareja herida y la infiel están sometidos a un cúmulo  de sentimientos que llevan a peleas, enfrentamientos, donde cada uno quiere asignarle toda la responsabilidad de los actos  al otro como si se tratase de  un  juego,  sin estar conscientes de   que en las relaciones  los asuntos son de dos,  y ambos tienen la responsabilidad de lo que se vive, de lo que sucede.

Si  una tercera persona aparece en el juego,  algunas veces viene a mostrarnos el fin del ciclo de la pareja, una situación insostenible donde la pasión y el amor se han transformado. Cuando en las relaciones hay  peleas, conflictos  y  maltratos físicos o emocionales, entonces la infidelidad es la gota que faltaba para percatarse de que la relación llego a su fin.

También se da el caso de  uniones de mucho amor, que poseen una  estructura firme y sólida pero que tiene algunas grietas, algunas heridas de las que seguramente no hay conciencia o miedo a afrontarlas, porque duelen, bien por descuido, por la rutina, o las tensiones. Esos acontecimientos  no resueltos que se van dejando pasar,  a la larga erosionan la relación.

Es vital que se tome en consideración la intimidad y la sexualidad. La cotidianidad y la rutina va aletargando las relaciones y la aparición de un amante hace que se vuelva a sentir una intensidad olvidada. Nuevas sensaciones y emociones donde somos más despreocupados y nos sentimos diferentes, abiertos nuevamente al placer sin tensiones ni obligaciones.  Se imputa lo malo a la estructura familiar y esto es sumamente engañoso, ya que nadie quiere estar en un espacio que es fuente de presiones y preocupaciones.

Las interrogantes a  formular son:

¿Qué pasa si dejamos nuestra relación actual y el amante pasa a formar parte de una estructura real en un tiempo prolongado?