dando-en-el-blancoPor Enrique Villanueva C.Ht.

El arquero dispara sus flechas mil veces antes de dar en el blanco por vez primera. El no se detiene en el intento diez para lamentarse por el viento fuerte que le impidió el éxito, ni desistió cuando en el intento cien la luz de la tarde ya no le dejaba ver con claridad el blanco. El siguió disparando de día y de noche, con el viento a favor o en contra hasta hacerse uno con su objetivo.

¿Cuántas veces nos hemos detenido a observar nuestras faltas y reprocharnos por aquello que en el pasado  no hicimos correctamente, atribuyendo a esos eventos la insatisfacción presente y el fracaso de toda una vida?

Quizás no estudiaste como hubieses querido por falta de tiempo, recursos o apoyo. Quizás el final de una relación te dejo tan deprimido que no te quedaron ganas de intentarlo otra vez, o la pérdida de un familiar te sumió en tal estado de desolación que lo que ahora llamas vida parece más un sobrevivir o la inercia de alguna motivación lejana y perdida en el tiempo. Quizá fue un accidente del que nunca pudiste recuperarte por completo o la frustración de un despido inesperado o injusto. Sin embargo estoy aquí para recordarte algo importante: Aquello que llamas “fracaso”, en realidad no existe, pues lo único real aquí es la experiencia que ganas en cada intento rumbo al destino que ya has elegido.

El infante que ensaya sus primeros pasos poniéndose de pie 100 veces y cayendo otras cien, no cuenta en realidad el número de sus caídas sino las veces en que se levanto, prestándole más atención a como en cada intento su balance y fortaleza se multiplicaban. Así ocurrió cuando aprendiste a manejar la bicicleta y más tarde pasó lo mismo con el automóvil. Comprendiste así que en la persistencia estaba la garantía de tu éxito. Todo lo que tenías que hacer era continuar moviéndote en la dirección de lo que deseabas.

¿Cuando fue que olvidaste esta lección?  ¡Tú no has fracasado!  Únicamente estabas aprendiendo como hacerlo mejor la próxima vez.