Algo está cambiando en esta humanidad Por Martha Rosenthal En el número inmediatamente anterior, les hablé de SS Francisco I, y quisiera saber si alguno de los lectores se habrán preguntado, qué generó sus recientes firmes declaraciones sobre el tema extraterreste, de no ser la posibilidad de que hubiese sido contactado por alguna de las inteligencias superiores a las que me referí. En altos ámbitos vaticanos, este es un tema que se trata con respeto y se investiga continuamente, ahora con firme certeza. Sin duda el reconocimiento del Papa no es más que hacernos ver la realidad de que es el ego humano el que nos ha llevado a pretender ser los únicos seres inteligentes de la creación, incluso se ha decidido que los diversos planetas descubiertos a partir del siglo XVIII deben necesariamente ser –según un corto criterio– deshabitados. Es tan errado esto que acoto, que les recuerdo que fue apenas en abril de 1781 cuando se reconoció a Urano como planeta, pues anteriormente se le observo como cometa. Vale preguntarnos, ¿desde cuándo estaba allí, aunque no a la vista del hombre, por no tener como definirlo en su valor? Esto de la ausencia de tecnología adecuada, podría ser lo que inhibe la aceptación de la presencia de vida inteligente en el universo conocido, sería mucho pedir pensar en los universos aun no conocidos. Hoy en día, cuando creemos que ya todo está dicho, un grupo de matemáticos de la Universidad de Edimburgo señalan la posibilidad de que una civilización cósmica estuviese haciendo análisis sobre el planeta Tierra e incluso estudiando la galaxia. Afortunadamente ya están dándose el permiso de reconocer que hay seres inteligentes en nuestro vecindario y aún lejos de él. ¿Ciencia ficción? Es ciencia, más no ficción. Ciencia porque es desde ese conocimiento que se encuentra el reconocimiento de la presencia de esos seres en los diversos planetas de los espacios celestes y se establece el contacto con estos seres, a través de la telepatía. Y ficción porque así se ha diseñado esta realidad en esta humanidad. En la antigüedad, el contacto con ellos era absolutamente natural y así referido en los textos de aquellos tiempos. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X