El despertar espiritual Menos lejos y menos antiguo, aunque ya hayan pasado más de 2 mil años, nos encontramos nada más y nada menos que con Jesús de Nazaret. En este caso la etimología del fenómeno como Avatar de la Humanidad es muy diferente, pero la esencia final y el mensaje es el mismo. Jesús, de procedencia humilde, toma plena consciencia de su “divinidad”, de que es “Hijo de Dios” después de varios años de viajes por diferentes lugares de Asia, con una riqueza espiritual sin parangón, hasta tal punto, por ejemplo, de obrar “milagros” a los ojos de los que han tenido y entienden el “Despertar Espiritual” que anuncia Jesús. El cual nos habla de que somos capaces todos de alcanzar el máximo grado espiritual en nuestras dimensiones futuras y de Comunión con el Creador, trabajando nuestra dimensión espiritual, la que tiene la Presencia Cósmica de Dios dentro de nosotros, en la presente, como es la “Resurrección”, es decir la trascendencia y transmutación de nuestro Yo físico al Yo Crístico entrando de lleno en la Luz del Padre Creador del Universo, en nuestra Vida después de la vida. No en vano, el Cristianismo considera que cuando un individuo se inicia con el rito iniciático del Bautismo y de la Confirmación se tiene un “Despertar Espiritual” necesario para la nueva vida espiritual en la que se acaba de entrar, afiliándose así al “Cuerpo Místico de Cristo” que no es otra cosa que sintonizarse con la energía de la Fuente Creadora del Universo. En otras culturas más antiguas, y precisamente en este caso en la antigua religión de Egipto, germen por otro lado de las religiones Monoteístas, también el “Iniciado” o practicante tenía una experiencia de Despertar espiritual. Todo el simbolismo relacionado con la iniciación en los Misterios egipcios está relacionado con la trinidad formada por Isis (Madre), Osiris (Padre) y Horus (Hijo): Isis, representando el aspecto femenino de la divinidad, bajo el concepto de la Madre, conduce al iniciado hacia Horus, el Hijo, y éste, a su vez, lo conduce de regreso a Osiris, el Padre, en la “morada celestial”. Horus simboliza el espíritu o chispa divina (el Hijo) dentro del iniciado, que debe ser recuperado para ascender de regreso a la Morada de Osiris (el Padre), en el gran Sol central o la Ciudad Solar de Ra (reino espiritual). Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X