Cada momento precioso El primer y más poderoso lugar para aplicar esta promesa es en tus relaciones con los demás. ¿Qué pasaría si trataras cada encuentro con cada ser humano, amigo, enemigo, amante, hermano, jefe o extraño como el último que tendrán juntos? ¿Cómo sería diferente tu comportamiento en esos encuentros si realmente supieras que nunca volverías a verlos? ¿Cómo serías diferente si supieras que es tu último día en el planeta? Cualquier ser humano que puede vivir completamente en el presente de esa verdad lloraría un río de lágrimas en la mayoría de todos esos momentos. También te reirías, abrazarías, sostendrías, los elogiarías y compartirías tu amor plenamente. La razón por la cual esto raramente sucede es porque vivir en el presente a ese nivel de verdad es insoportable. ¿Por qué? Porque surge en nosotros el miedo siempre presente a la muerte de esa persona y (más importante) de la tuya. La vida humana se basa en el miedo a la muerte desde el primer momento de la vida, debido a la creencia consciente e inconsciente de la mortalidad. El miedo a la intimidad se filtra en muchas esquinas diferentes de la vida. ¿Qué pasa con las parejas que han estado casadas veinte o treinta años? Nadie diría que ciertas cosas no se hacen costumbre después de tantos años. “Mi pareja llega a casa del trabajo cada noche a las seis en punto. La cena es a las seis y media. Comemos fuera de casa el sábado. Nuestros hijos vienen a visitarnos cada Día de Acción de Gracias.” La vida se vuelve una rutina. Las cosas se dan por sentadas. Tú haces suposiciones que son totalmente ilusorias. “Simplemente ocurre” es la excusa más comúnmente utilizada y aceptada. En verdad, nada “simplemente sucede”. Todo lo que haces y todo lo que le sucede se produce exclusivamente a través de tu propia elección consciente o inconsciente. ¿Alguna vez has estado conduciendo a casa y escuchaste las sirenas acercándose a tu casa y sentiste que tu corazón palpitaba con, “¡Oh, Dios mío, por favor no dejes que sea mi casa!” ¿Qué pasaría si un día tu llegaras a tu casa sólo para encontrar se ha quemado completamente? Esperabas cenar con tu pareja e hijos y los bomberos te dicen que todos han muerto. Después del llanto y duelo durante semanas, meses o años, ¿a dónde te llevan tus pensamientos? Hacía la última vez que los viste. “¿Qué les dije? ¿En qué espacio me encontraba? ¿Les dije que los amaba?” Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X