Después de nuestra visita guiada por el parque, cada persona pasa tiempo con el animal de la carta que escogió. Nuestro guía, Reiki me llevó al recinto que fue el nuevo hogar de los dos leones de montaña recientemente adquiridos. Había un macho que al que le habían quitado las garras y había sido castrado y una hembra que estaba intacta y todavía tenía sus garras. Era mi intención simplemente observar y conectar con esta especie animal, pero el león tenía una agenda diferente que descubrí días después.

Mientras miraba a la hembra podía sentir su total aceptación de quién y lo que era, incluso sobre las circunstancias de su llegada al parque. Mis ojos miraron cada detalle de su apariencia física. Tenía sus orejas hacia atrás, sus ojos muy alertas, un gruñido gutural vibraba a través de su cuerpo; no se movía nada, ni una pata, ni la cola, ni siquiera la cabeza. Entonces Reiki lentamente alzó la mano y la tocó. Como en cámara lenta, cada uno conteniendo la respiración, listo para reaccionar. En ese momento se estaba formando una relación entre un magnífico león de montaña y un ser humano tranquilizante y bondadoso. Vi todo esto en fascinación y me fui sintiendo una gran admiración por ella, pero no sentía una conexión espiritual profunda.

A la semana siguiente pensé en esa leona de nuevo. Parecía tan vívida en mi mente que me senté a conectar con ella como lo haría en una sesión de comunicación con animales. Pero algo muy diferente sucedió. Parte de mi espíritu saltó de mi cuerpo con un movimiento fluido con tanta fuerza que me sorprendió. Era como si finalmente solté algo que había estado siempre reteniendo. Mis articulaciones eran libres y giraban a un mayor grado. No había previsión en mis acciones, todo era instintivo. Yo estaba viva y era parte del bosque a mi alrededor. Todos mis sentidos se agudizaron: oía, veía y sentía la tierra bajo mis pies conforme corría por la tierra. Bajé la velocidad y sin esfuerzo subí a un árbol, caminé sobre una rama horizontal y me acosté a estudiar lo que me rodeaba. No se sentía como si yo estuviera observando a un león de montaña, esto se sentía como si fuera mi propia experiencia. Estaba siguiendo mis propios instintos, no los de otra persona. Me sentí cómoda estando sola. Yo era poderosa y no dudaba en mí misma. Vagué por muchas partes de la tierra sabiendo que yo era una con todo.