se-todo-sobre-el-noPor Luisa Chesneau-Pichardo

En un reciente encuentro entre amigos que gustamos intercambiar experiencias y reflexiones sobre nuestra perspectiva de la vida y la comprensión de la razón por la cual estamos en esta existencia, una amiga concluyó “Sé todo sobre el NO, he vivido con él toda mi vida, ahora voy por el SÍ”.

Su afirmación generó un silencio general que dio por concluido el encuentro. Nos fuimos callados y reflexivos, porque somos muchas las generaciones de personas que crecimos en ambientes familiares donde a cualquier acción infantil se le interponía el NO: no se dice, no se hace, no se toca, no se puede…

El NO “preventivo” que recibimos de nuestros mayores, profundamente expresaba los miedos que a ellos mismos le habían transmitido sus padres. Y como una herencia, el NO en nuestras vidas se ha repetido de generación en generación. Sin embargo, en este instante, cada uno de nosotros tiene el poder de decidir transformar, aquí, ahora y ya, el NO soy capaz, en SÍ puedo todo.

Los efectos del NO se manifiestan en la vida adulta, a través de nuestros propios miedos, que nos hacen dudar, temer, sufrir… si bien el miedo es una emoción dominada por la percepción de una amenaza supuesta o real, constituye, en muchos casos, una camisa de fuerza que hemos diseñado nosotros mismos para impedirnos creer que somos capaces de enfrentar y traspasar cualquier situación en la vida, dicho de otro modo, ir por el SÍ.

La frontera del NO la atravesamos con reflexión, auto observación, haciendo las cosas de manera diferente, llevándole la contraria a la limitante voz negativa que se empeña en hacernos creer que estamos bien como estamos, pero sobre todo tomando conciencia de que nos estancamos cuando estamos a merced de nuestras reacciones frente a los estímulos del medio ambiente y a nuestras dudas interiores. También quitamos el velo de nuestra oscuridad, cuando apreciamos nuestros esfuerzos, cuando decidimos vencer sobre nosotros mismos, cuando superamos nuestros problemas, cuando extendemos la mano al otro para apoyarle.

Ir por el SÍ es sonreírle a la vida con el corazón agradecido de ser parte de esta existencia que a cada paso nos brinda la oportunidad de vivir en el camino de la victoria con fe valiente.