la-reencarnacion-de-quien-somosPor Martha Rosenthal

Hoy, como cada día, salí a regar mis hermosas plantas, quitarles lo que no correspondiera, entretenerme hablándoles y ¡pum! apareció  un brotecito  de flor ya asomando de su escondido capullo, pero dejando más que visible lo que pronto será. La vieja planta hacía rato ya estaba seca, pero de un inadvertido cogollo, brotaba el botón. Una esplendida flor que a punta de esmeros germinó.

Mientras continuaba haciendo lo mismo con el resto de las plantas me preguntaba si sería la única de ellas que me haría el gran regalo y me dediqué a ser más observadora. Los helechos, desde el centro del matero, también mostraban sus retoños: ¡reencarnaban! Igual ocurre con el hombre. Fallece, reencarna, fallece y vuelve a encarnar. Lo que algunas personas conocen como la rueda del samsara. Proceso conocido hace milenios pero puesto de lado por algunas religiones, por razones que otro día analizaremos. Tema de mi total interés y al que he dedicado años de estudio.

Lo cierto es, que en los últimos veinte o veinticinco años, el mundo occidental ha acogido el tema y muchos autores lo tocan, motivando a la sociedad a impresionarse. Por igual se interesan los científicos, amas de casa, vendedores de helados, investigadores en laboratorios universitarios o políticos. Es una especie de revolución de la conciencia, que buena falta nos hace.

Lo curioso del caso es que, atraídos por este asunto, unos son más seducidos que otros; disfrutan creyéndose Napoleón o Tutmosis III o Greta Garbo o Madame Curie, asumiendo poses y frases de quienes hacen pretender  fueron. Actúan con dejos de lo que dicen haber sido e investigan sus palabras para repetirlas.

Lo cierto es que, únicamente desde una profunda investigación eso se puede saber; generalmente fuimos personas comunes y corrientes, cosa que nos negamos a aceptar. Y es comprensible, nada que inflame el ego tanto como creernos y hacer creer que fuimos un personaje histórico importante. Se asumen sus talentos, sus éxitos, se evaden sus errores y se diseña una vida basado acomodaticiamente en lo que se quiere hacer parecer.