Los bebés aún duermen en sus brazos. Algunos movimientos delicados nos hacen ver que reaccionan ante algún pequeño estímulo. Estas almas recién llegadas continúan soñando, extasiadas por los acordes celestiales. Acaban de venir de un reino bien diferente a este. El viaje fue un poco largo, de nueve meses, y por tanto precisan descansar. Dos semanas no fue tiempo suficiente para que se concientizaran a venir realmente. Más tal vez, la seguridad momentánea de los brazos nonagenarios las hará aceptar, a través del corazón, la realidad de su viaje.

En conjunto, hay que comprender que lo que sucede ahora es una conversación entre corazones. Y cuando la morada del amor abre sus puertas, cualquier alma es bien recibida. Y por extensión, cualquier idioma o lenguaje es comprensible. La barreras no existen; el diálogo es universal. Entonces aquí, uno no se maravilla tan sólo con las generaciones que se entrelazan, que se apoyan o que se acogen cariñosamente. Se maravilla, principalmente con la capacidad de poder concluir que todo es un complemento, es una unión, es un eterno dar y recibir. Somos así, testigos de una escena donde dos generaciones se encuentran, donde se percibe una vibración y un toque emocional de la vida enormes. La única respuesta nuestra es que miremos a lo alto y agradezcamos, sensibilizados, por lo que pasa aquí abajo.

J. Marcos de Oliveira es el autor brasileño del libro “Mis Cinco Sentidos”.