deja-entrar-al-amorPor Dana Jacoviello

El amor puede ser una palabra complicada que provoca un océano de emociones. Sin embargo, para algunas personas el amor es la palabra más fácil en el mundo. Y en verdad, el amor no es complicado. Amar es tan fácil y natural cuando estamos abiertos al amor.

Las personas en nuestras vidas vienen y van, pero eso no significa que dejamos de amarlos. Hay diferentes formas de amar. Cuando un marido y su mujer se divorcian, en la mayoría de los casos aún existe algo de amor. Dos personas pueden no estar enamoradas, pero eso no quiere decir que dejaron de quererse por completo.

Como un ejemplo podemos ver la forma en que un padre ama a su hijo o un niño ama a un padre, independientemente de su relación. Los padres y los niños no se llevan bien y pueden estar enajenados o incluso nunca hablarse de nuevo, pero siempre habrá un amor allí. Incluso las personas que prosperan en el odio y la ira tienen la capacidad de amar si tan sólo dejan de lado lo negativo y se centran en lo positivo.

Lo obvio, por supuesto, es que queremos una abundancia de amor verdadero, sincero y genuino en nuestras vidas de todo el mundo que nos rodea. Hay gente en este mundo que sólo emanan un amor que se extiende como un reguero de pólvora. Uno podría pensar que deben haber tenido la vida más increíble, amorosa, cariñosa, compasiva y bondadosa. Esto no siempre es cierto. Podría ser todo lo contrario y es por eso que ellos tratan a todos con amor.

Es difícil para algunas personas dejar entrar al amor y demostrarlo.  Hay una variedad de razones por las que esto puede ser, pero de cualquier manera, todos deseamos amor en todo momento. Hay algunos que se aferran a la ira, al dolor, los rencores, o la terquedad; o simplemente no saben la razón que está detrás de su problema con dejar entrar al amor en su vida.

El amor es hermoso, pero también doloroso. Amamos y perdemos, queremos y peleamos, amamos y corremos ¡y nos encanta correr! Nuestros corazones son muy delicados y pueden ser fácilmente rotos, pero cuando intencionalmente temes amar para tratar de ahorrarte angustias, te estás robando de la gracia, la alegría y la felicidad que trae el amor. Nunca hubo una promesa de no tener dolor ni lágrimas, pero siempre hay una promesa de amor.