Ser consciente significa simplemente atestiguar este trafico sin involucrarse con ninguno de sus componentes, porque si te involucras con cualquiera de ellos pierdes la conciencia y te duermes empezando a soñar. Se trata de un sueño a ojos abiertos, pero que tiene exactamente la misma capacidad que tiene un sueño de hacerte vivir en una realidad ilusoria.

Hagamos un ejemplo: mientras estás sentado en casa de repente siente el canto de un pajarito: esto te recuerda al pajarito de tu abuelita y de cuando, en el patio de su casa, jugabas a la tiendita con tu prima de Guadalajara que hizo una elección mejor de la tuya estudiando psicología en lugar de administración de empresas, pero peor de la tuya casándose con aquel tonto de Tomas; era mejor su hermano Domingo que, aun más feo que pegarle a Dios, ahora es abogado y trabaja en Nueva York, ciudad que te da miedo por la historia que te ha contado Guadalupe Gonzalez de haber sido asaltada ¡que suerte que no tenia la tarjeta! ¡Nunca llevar consigo la tarjeta cuando se sale en la noche!… Y así puede continuar por un buen rato. A un pajarito se le ocurre chiflar y tú te encuentras por las calles de Nueva York, de noche y en compañía de Guadalupe Gonzalez que ni sabes si aun sigue viva.

Seguir tu mente te hace correr con el riesgo de vivir en una pesadilla… y cuando te va bien una fantasía que no tiene nada que ver con la realidad. No hay que maravillarse si a menudo no nos sentimos capaces de lidiar con la realidad.

Para ver la realidad por lo que es, tienes que quedarte consciente. De esto se trata la meditación. Después un rato que tú meditas te acostumbras a no vivir a la merced de tu mente, y empiezas a ver las cosas por lo que son. La Vipássana es un mecanismo perfecto para llevarte a este estado de conciencia.

Cuando tú te enganchas con tus pensamientos es inevitable ser identificado con algo: en lugar de ser la conciencia que atestigua la presencia de un pensamiento, quedándose separada de él, te involucras en el pensamiento y te vuelves uno con él. Esta es la forma en que estamos siempre fuera de nuestro centro: porque estamos siempre involucrados con las cosas que flotan accidentalmente en nuestra mente.