Por Boris Glikmanel-dia-que-fallecio-la-muerte

Todo el mundo sabía que la Muerte había estado enferma durante algún tiempo. Su mala salud hacía que fuera bastante descuidada en el cumplimiento de sus funciones. Generaciones enteras estaban siendo llevadas en la flor de su juventud, mientras que otras personas estaban viviendo por un tiempo extraordinariamente largo, más de 400 años en algunos casos.

Por un tiempo, la Muerte se encontraba en un estado medio viva, con un pie en la tumba. La humanidad contenía su respiración, temiendo que se animara de nuevo y se recuperara por completo.

Y entonces llegó el día en que la Muerte exhaló su último suspiro y nadie podía creer su buena fortuna. Era difícil comprender que la Muerte ya no habitaba en el mundo y que la vida nunca volvería a cargar con el fantasma de extinción que siempre estaba presente y rondando cerca. Nadie tendría que lidiar más con el problema de cómo incorporar su propio fallecimiento en sus vidas.

A los patólogos más eminentes de la Tierra se les asignó la tarea de llevar a cabo la autopsia de la Muerte. Su conclusión unánime fue que murió de causas naturales. Lo que nadie sospechaba era que la Muerte tenía un tiempo de vida finito. Todo el mundo siempre suponía que iba a vivir para siempre; sin embargo, también llevaba dentro de sí las semillas letales de la mortalidad.

La siguiente cuestión más urgente en la agenda fue el entierro de la Muerte. Los temas que nunca habían sido considerados antes, ahora era necesario abordarlos con urgencia. El mundo quería estar seguro de que la Muerte realmente estaba muerta y no volvería a levantarse. ¿Dónde se celebraría la ceremonia del funeral? ¿De acuerdo con cuál religión se deberían llevar a cabo los ritos del funeral? ¿Quién debía dar el elogio? ¿Dónde se sepultaría?

La cuestión de a quién invitar para el servicio resultó ser el problema más intratable de todos. Era casi imposible determinar quién estaba realmente afligido por el fallecimiento de la Muerte y quién sólo quería asistir a la ceremonia con el fin de ser parte de un momento histórico.

Boris says:

Gracias por con mi historia en su revista!

Thank you for featuring my story in your magazine!