3 maneras en que jugamos a las escondidas con nuestras almas 2. Nos vestimos de cierta manera para demostrar que estamos por encima de cualquier reproche a lo que estamos haciendo. Podemos vestir bien, cuidadosamente eligiendo telas y ropa que den la ilusión de la imagen que queremos proyectar. O nos vestimos de una manera en la que nadie nos notará para que podamos ser “invisibles” y hacer lo que sentimos que tenemos que hacer. Cuando nos vestimos con comodidad, nos sentimos cómodos con nosotros mismos y a los demás se les “permite” sentirse a gusto con nosotros. Cuando usamos nos vestimos con demasiada elegancia, nos alienamos de los demás de la misma manera que nos alienamos de nosotros mismos. Cuando nos vestimos de una manera que podamos ser invisibles, es entonces cuando necesitamos un descanso de la vida para hacer las tareas que debemos realizar; ese es el mensaje que enviamos: que necesitamos un descanso de la vida. 3. No aceptamos la ayuda de los demás, porque entonces corremos el riesgo de que otros puedan ver nuestras vulnerabilidades y queremos que nuestra imagen de la perfección permanezca intacta. Este es el comportamiento de más aislamiento de los tres porque nos vemos como si fuéramos más fuertes de lo que realmente somos. Nos parece que no necesitamos a nadie para ayudarnos, sin embargo, tenemos una gran necesidad de esa ayuda. Así que nos encontramos haciendo todo para todos los demás y mantenemos a la gente alejada para que no puedan conocernos plenamente. Otros nos ven como alguien que ayuda a otros y pronto ni siquiera nos preguntan si hay algo que podamos necesitar. Entonces nos sentimos como si nadie se preocupa por nosotros, cuando en realidad, somos nosotros que no sabemos cómo cuidar de nosotros mismos. Podemos parecer amables y cariñosos, pero cuando lo hacemos nos sentimos solos y sin amor. ¿Qué se esconde aquí? En este caso estamos ocultando lo que creemos que no es perfecto en nuestro interior al ser perfectos en el exterior. Hemos anulado que tenemos necesidades, anhelos y deseos. Sabemos dar pero no sabemos cómo recibir. Cuando no sabemos cómo recibir, nuestro dar es auto motivado en lo que tenemos que hacer para evitar afecciones, la alimentación emocional, y la profundidad en nuestras vidas. Estamos manteniendo a todo el mundo alejado de nosotros al profesar que podemos hacerlo todo nosotros mismos. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X