Agua, hidratos de carbono, proteínas y grasas son los bloques de construcción básicos de una buena dieta. Al elegir las formas más saludables de cada uno de estos nutrientes, y comerlos en el equilibrio adecuado, le permitirá a tu cuerpo funcionar a su nivel óptimo.

Reducir la grasa en la dieta es un componente importante de la salud materna. Los alimentos con un alto porcentaje de calorías de grasa deben eliminarse o limitarse en la dieta, que incluyen carnes rojas con alto contenido de grasa, pollo con piel, la carne de aves de corral oscuro, alimentos fritos, mantequilla, margarina, queso, leche (excepto la leche descremada) , los alimentos chatarra y los alimentos más procesados. Los aceites vegetales también deben ser restringidos.

Las grasas buenas pueden ayudar a reducir el riesgo de cáncer. Las grasas buenas incluyen aceite de borraja, aceite de onagra, (que ambos contienen AGL – ácido gamma linolénico), aceite de lino, (que es rico en AAL – ácido alfa linolénico), aceite de tiburón y aceite de oliva. Los ácidos grasos Omega-3 en el aceite de pescado, que se han asociado con un riesgo reducido de cáncer de mama, son ideales. Un nuevo estudio encuentra que los derivados de dos ácidos grasos omega-3, ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido eicosapentaenoico (EPA) inhibió significativamente la adhesión celular (15 a 30%) y la apoptosis migración (aproximadamente 50%) e inducida (aproximadamente 40%) en células de cáncer de mama.

Una dieta baja en grasa y rica en fibra, el yogur vivo (estimula la excreción de estrógenos), comer verduras de la familia de la col (repollo, brócoli, coles de Bruselas, y coliflor) aumenta la velocidad en la que el hígado convierte el estrógeno en una forma soluble en agua que puede ser excreta. Aumenta la ingestión de proteínas para mejorar el metabolismo de los estrógenos en el hígado. La vitamina B6 reduce los efectos de exceso de estrógenos.  Haz más ejercicio, ten menos estrés, y pierde peso. Los vegetales crucíferos contienen capacidades anti-cancerígenas y desintoxicantes, así como indol-3-carbinol, que pueden tener efectos anticancerígenos.

Durante años, los estudios han indicado que los antioxidantes del té verde dan protección contra las enfermedades, incluyendo el cáncer, e incluso lucha contra las caries dentales. Uno de los más beneficiosos de estos antioxidantes se llama galato de epigalocatequina (EGCG). De acuerdo con la University of California Wellness Letter de marzo 2002, el té negro regular está resultando ser tan saludable como el té verde. La evidencia de los efectos sobre la salud del té proviene principalmente de estudios de laboratorio, aunque algunos estudios en humanos indican posibles beneficios en la prevención de las enfermedades del corazón y cáncer. EGCG, inhibe una enzima que las células cancerosas necesitan para crecer. Las células cancerosas que no pueden crecer lo suficientemente grandes para dividir se autodestruyeron. Se necesitarían cerca de 4-10 tazas de té verde al día para obtener los niveles de EGCG en la sangre que inhibieron el cáncer en el estudio. El té negro también contiene EGCG, pero en concentraciones más bajas.