Las relaciones en la salud y en la enfermedad Si este período de desarrollo se interrumpe, nuestras energías adolescentes inmaduras afectan nuestras relaciones adultas. Esto se traduce en la lucha crónica lucha con nuestras parejas, los conflictos internos, y los intentos de manipular el Dios de nuestra comprensión. Queremos que nuestra pareja cumpla con nuestras ideas de cómo deben ser, y /o les permitimos a nuestros amigos que nos sobre controlen. La rebelión adolescente, la arrogancia, terquedad y la vulnerabilidad a la presión de grupo son los precursores de la obra profunda de la reflexión. Cuando este trabajo esté terminado, los defectos de carácter mencionadas se disiparan. Sin este período de reflexión profunda, identificación e integración, los principios espirituales no son generalmente bien comprendidos ni practicados con cierta coherencia. Lo que se requiere para tener relaciones adultas sanas comienza con la capacidad de proveer por nuestra salud física, el bienestar psicológico y el crecimiento personal. Tenemos que ser honestos, confiables y tener buen discernimiento en cuanto a la fiabilidad de los demás. Tenemos que conocer y comprender profundamente a nosotros mismos como seres completos y únicos. Debemos aceptar la responsabilidad de crear salud, felicidad y plenitud en nuestras vidas, hacerles frente a los retos y resolver los problemas a medida que se producen. Una vez que tenemos estos componentes, se puede trabajar de forma productiva y proactiva en los conflictos internos y la relación que interfiere con el crecimiento personal y la relación íntima. En las relaciones hacemos y seguimos los compromisos con integridad. Nosotros elegimos parejas con los que tenemos suficiente compatibilidad mental, emocional, física, espiritual y funcional, especialmente en cuanto a valores importantes, la moral y las prioridades. Ponemos nuestra relación con nuestro Poder Superior, nuestra alma, y los hijos dependientes por encima de nuestra relación con un compañero adulto. Por lo general oscilamos entre la voluntad humana y la divina, a medida que desarrollamos nuestra práctica espiritual. Nuestras habilidades para demostrar honestidad, receptividad, respeto, consideración, cooperación, humildad, compasión, paciencia, perdón, gratitud, alegría y risa aumentan la profundidad de nuestro amor. Las relaciones adultas reflejan en donde es que necesitamos la curación. Dejándonos discutir terapéuticamente y liberar energías dolorosas y negativas del pasado y tener experiencias emocionales correctivas, allana el camino para una relación saludable con nuestro Poder Superior y una vida de principios. Esto significa, entonces, que todas nuestras relaciones serán saludables. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X