A partir de ahí, el diálogo se fue desenvolviendo desde una visión de Dios nada ortodoxa y ajena a “credos” y religiones. Y desde una espiritualidad “nueva”, aunque en parte es la que siempre ha latido en los místicos y místicas de todas las corrientes espirituales, que, por chocar con la percepción del Dios externo y lejano impuesta por las jerarquías eclesiásticas, fueron frecuentemente hostigados por estas. La diferencia es que, aquí y ahora, dentro del proceso evolutivo de la Humanidad, esa espiritualidad ya no cabe en el seno de ningún “credo” –cosa que sí intentaron la mayoría de los místicos- y ha dejado de ser un fenómeno minoritario para emanar cada vez en más gente, que ya no nos identificamos con ninguna religión y vivimos la espiritualidad con independencia de estructuras y dogmas y en entera Libertad.

Con estas bases, en el libro se indaga y profundiza tanto en Dios -con todo lo que conlleva- y su Naturaleza -que es la nuestra- como en sus implicaciones para el ser humano y su vida cotidiana, examinado asuntos como el sufrimiento humano y cómo evitarlo o la “innecesariedad de hacer” y el ejercicio de nuestros dones y talentos. Y enlazando lo divino con las aportaciones científicas más vanguardistas, por medio de la Física de la Deidad. Lo que permite constatar la divinidad de nuestro “verdadero ser”, las dos dimensiones que conviven en la Unicidad de Dios -la “subyacente” o plano de lo Inmanifestado y la “superficial” o ámbito de lo Manifestado- y las repercusiones en nuestro día a día de la interacción entre ambas.