Omtimes:¿La vida es sueño?

La visión de la vida como sueño hunde sus raíces en la noche de los tiempos y se halla presente en numerosas culturas, desde la espiritualidad hindú a la tradición judeo-cristiana o musulmana, pasando por la mística persa, el budismo o la filosofía griega. Verbigracia, en el hinduismo, el dios Visnú yace acostado en la inabarcabilidad del Vaikunta -mundo espiritual de lo Inmanifestado o dimensión subyacente de Dios- y su sueño genera todo lo Manifestado, la dimensión superficial de Dios. En la esfera del sufismo, Ibn Arabí lo describió metafóricamente señalando que “el Universo es la sombra de Alá”. Y en la Grecia clásica, destaca

Platón y su célebre “Alegoría de la Caverna”, con la que -al comienzo del Libro VII de “La República”- profundiza en la convicción de que el ser humano vive en un mundo de sueños, preso en una cueva de la que sólo puede liberarse desistiendo de la materia y alcanzando la luz. No obstante, pocas obras de la literatura universal han sabido aproximarse de manera tan certera a que la vida es sueño como la que lleva esto como título: “La Vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca. Su protagonista –Segismundo- vive, al principio, en una cárcel, en donde permanece en la más completa oscuridad por el desconocimiento de sí mismo.

Y sólo cuando es capaz de conocerse a sí mismo, consigue la luz.

La ciencia está aportando hoy datos e información fundamentales para entender el significado profundo de este convencimiento de que la vida es sueño. Muy especialmente, la Teoría de Cuerdas y la Teoría del Principio Holográfico, ambas en la vanguardia de la física contemporánea. La primera, explica cómo la única característica cierta de la materia es su inmaterialidad; y de la energía, su insustancialidad. El “Principio Holográfico”, por su parte, arranca de las teorías de la gravedad cuántica propuestas por Gerard ‘t Hooft (Premio Nóbel de Física en 1999) y Leonard Susskind (en el año 2003 presentó la idea de la Teoría de Cuerdas, siendo el primero en hacerlo) y gira en torno a un postulado central: la entropía de una región del espacio o de una masa ordinaria es directamente proporcional no a su volumen, sino a su área superficial. Por esto, la masa no ocupa un volumen -tal como hasta ahora pensábamos y nuestros sentidos corpóreo-mentales parecen mostrar-, sino un área. Y esto desemboca en una conclusión sorprendente y rompedora de nuestros esquemas mentales: el volumen es, en sí mismo, ilusorio; y el Universo es, realmente, un holograma.