Habrá caudales donde antes escasas aguas corrían y viceversa, y el pálido verde de los montes adquirirá brillo así como los animales de esos espacios, encontrarán mejores condiciones para su supervivencia y los cielos, oh! los cielos mostrarán toda su transparencia, como esa que una vez hubo pero que hemos olvidado en el paso de días ya lejanos. Una de las alertas que se les dan a todos los agentes físicos, es que presentaran un notorio cambio en la rápida subida de frecuencia. Se refieren a temperaturas muy altas, mientras en los glaciares habrá dos fuentes de transformación: la congelación máxima o el derretimiento de ella, parcial o total. Al igual que estar atentos de la aurora boreal y todas las energías que se desprenden del sol y que van directamente a la Tierra.

Puede haber pérdidas en todo lo que se trate de agricultura, abundante presencia de insectos muchos con cambios en su forma, bacterias no detectadas provenientes del mismo calentamiento de la Tierra y constituidas por el mismo planeta, pero que, con los cambios de temperatura se hacen resistentes, y a medida que la calentura fluctúe ellas afloran. Por eso hoy en día se habla de la onda elíptica y, cada vez que la Tierra pasa por ella, sus transformaciones son bruscas. Una de esas elípticas concluyó cuando desaparecieron los dinosaurios, ahora está culminando el segundo proceso.

En el caso del hombre, también habrá trasformaciones físicas visibles y no visibles, en ambos casos se requieren también del cambio espiritual para poder completarse, y así se irá convirtiendo cual larva humana en mariposa del tiempo, de manera muy especial en la reformulación del errado concepto de amor hoy aceptado como condición sine qua non. Este tiene un basamento actual intrínsecamente físico pero alejado del corazón, pasa ahora a hacerse depositario de la luz y la armonía que merece un nuevo amanecer.

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