El León de Rumi Los que habían viajado a través de grandes distancias y soportado muchos desafíos en el camino de repente se dieron cuenta de las medidas que ya habían tomado habían sido ‘huellas desvanecientes” en comparación con el último paso. Como Rumi señaló: “Se necesita una fe inmensa para dar un paso hacia el león cuando estás en la presencia del león.” Esto no quiere decir que la eliminación de los velos que nos impiden ver al león es una tarea sencilla, pero el último paso simboliza un “punto sin regreso”. ¿Por qué? Rumi usa el último paso para simbolizar la entrega a lo Divino. Rendirse es a menudo mal entendido, y por eso lo evitamos. Muchos confunden rendirse con someter su voluntad a Dios. Para la mayoría de nosotros ese tipo de rendición significa la pérdida de control y la destrucción de nuestra identidad. Pero lo que quería decir Rumi era que la rendición del “falso yo” que hemos creado para distanciarnos de la unidad divina. El falso yo depende de un sistema de pensamiento basado en la dualidad y la separación. Utiliza el cuerpo y el mundo que proyectamos para convencernos de nuestra individualidad y mantenernos en una búsqueda constante de ser especiales. Es imposible permanecer unido al yo falsos y recuperar nuestra identidad en unidad como el verdadero Yo. Como han descubierto muchos buscadores espirituales, contemplar al león desde la distancia y aceptarlo en tu vida son dos cosas muy diferentes. ¿Cómo tomamos el último paso? Rumi nos dice que sólo lo tomarán “aquellos que se han lavado las manos de su propia vida.” Sin embargo, la vida de la cual habla no es más que una ilusión; renunciamos a algo que no tiene valor para ganar un tesoro inestimable. La cuestión es llegar al punto en que entendemos de qué se trata verdaderamente el cambio. Si nos apresuramos a territorio del león aferrándonos a las trampas y los deseos de este mundo, el león seguirá siendo algo temible. Si hemos utilizado el viaje para despojarnos de nuestros apegos y creencias inútiles, cambiaremos la percepción por la visión y veremos al león como realmente es. Sólo cuando nos desprendamos de este mundo y volvamos a ser amor (y esto no es lo mismo que ser amorosos) podremos reconocer que vivimos en un universo de amor divino. Entonces, en el momento en que pongamos los ojos en el león vamos a correr hacia él lo más rápidamente como podamos, porque sabremos que estamos abrazando el amor mismo. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X