La reencarnación ¿de quién somos? La realidad es bien otra. Pues eso no ocurre con las plantas. No florea un helecho con la flor de la bromelia si antes no lo fue. Imposible vestir a esta con hojas del helecho ni a este darle aquella flor porque en cada molécula de todo ser vivo anida una memoria ancestral, y es ella la que nos lleva hacia el nuevo futuro ser. Pero sin duda, si las plantas tuviesen ego, ya una se habría colocado las vestimentas de la otra e intentaría hacernos creer que lo es. Ocurre cuando se injertan flores y frutos. Igual ocurre con el hombre. Puede usar los atuendos de quien pretende ser la reencarnación, pero si su conciencia actúa en forma diferente, quedará tan al desnudo como cuando nació. La conducta del presente mostrará claramente quien somos. Y hacen falta muchas encarnaciones cumpliendo las leyes universales para que se cumpla el proceso evolutivo y el cambio se haga presente. Es decir, para que una planta con espinas deje de tenerla y sólo floree, pasaran milenios, siempre y cuando cuanto antes se ponga manos a la obra en el quehacer evolutivo. Sin duda estos dependerán del deseo, de la intención. De allí proviene la capacidad de hacer transformaciones en nuestras vidas, asumiendo que todo aquello que innovemos ahora traerá como consecuencia mejoras en esta y futuras reencarnaciones. Es cuestión de reconocernos como luz creadora que somos, proponernos ser cada vez más luminosas y trabajar en ello. Eso nos traerá cambios en nuestra frecuencia, aumento en la vibración y facilidad para llegar al espacio que merecemos. Cada nuevo regreso, toda reencarnación, se traduce en mejoras aunque a veces así no lo parezca, pues el hombre no es involutivo. A eso se le llama tomar conciencia, entonces ¿que estamos esperando para hacer los cambios? Si deseas más información contáctame: Martha Rosenthal, http://miagendamagica.blogspot.com/. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X