por Nadia Khalil Bradley3-maneras-en-que-jugamos-a-las-escondidas

Las cuestiones del alma no son fáciles. La gente trata de ocultarse en muchos lugares, pero los demás pueden verlos de todos modos. Estamos asombrados de que las personas tratan de ocultar sus problemas cuando nosotros podemos verlos con tanta claridad. Sin embargo, no podemos ayudarles si seguimos hablando subliminalmente como si no pasara nada. La parte difícil es encontrar lo que podemos decir a los demás para que vean sus problemas, sin tener reacciones negativas de la persona a quien se le llamó la atención. El truco está en encontrar la manera de decir la verdad para que la persona disponga de espacio para verse a sí mismos sin ser señalados o sentirse atacados por cómo lidian con sus inseguridades y su dolor.

Esto no es una cálida charla informal, sino que hace que se separen los mares hasta que las aguas puedan fluir juntas de nuevo. Tenemos que aceptar que las ciudades emocionales que creamos dentro de nosotros mismos son una parte de nosotros y lo que somos. Tener estas discusiones mientras cocinamos, caminamos o nos sentamos alrededor de una mesa llena de comida, parece ser la mejor opción para este tipo de discusiones.

Hay una calidez dentro de nosotros, incluso cuando tratamos de ocultarnos, a la vez pidiendo a gritos ser vistos. Nosotros tratamos de ocultar lo que realmente somos, aun cuando nos esforzamos por estar abiertos a escuchar lo que los demás piensan de nosotros.

Creemos que cuando estamos con otras personas, cómo nos vestimos emocionalmente y físicamente es como nos verán. Lo que decimos es lo que oyen y lo que decimos que pasó es como realmente fue. Nosotros “presentamos” a la persona que queremos ser ese día, mientras tanto dejamos de respirar y nos preguntamos si alguien puede ver nuestro ser verdadero.

Las tres formas en las que nuestras almas se esconden de los demás son las siguientes:

1. Hablamos de otras personas que hacen lo que nosotros hacemos como si no estaban haciendo bien. Además, los juzgamos con el fin de distraer la atención de nosotros mismos. Sin embargo, cuando hacemos esto, entonces tenemos que llevar la carga adicional de ocultar esa misma cosa dentro de nosotros, para que nadie sepa que nosotros también lo hacemos. Pretendemos que estamos por encima de la misma conducta que queremos ocultar. Esto es generalmente debido a la sensación de vergüenza que sentimos por nuestras acciones y creencias. Cuando otros están de acuerdo con nosotros en nuestros juicios, refuerza este sentimiento de vergüenza. Ahora hemos creado otra situación por la que nos avergonzaremos y atacaremos a nuestro valor propio.