Por Martin Raynelos-pequenos-milagros

¿Qué es lo que constituye un milagro? Si esto fuera una “Pregunta en la Calle” muchas de las respuestas que escuchamos serían las que pudiéramos esperar: la curación espontánea del cuerpo y la mente (los cojos caminando, los ciegos viendo, etc.), una persona que volvió a la vida, etc. La mayoría de estos son milagros que son fácilmente reconocidos y en los que nos enfocamos.

¿Pero me pregunto, y ¿qué pasa con los milagros “pequeños”?

Estos son los que tienen lugar en, y alrededor de nosotros todos los días. El olor de una flor, el toque de un ser querido, la sonrisa en los ojos de un niño, las maravillas de la naturaleza, el universo que nos rodea, la presencia silenciosa de un amigo cuando lo necesitas sin que digas una palabra. Los “pequeños” milagros en realidad no son pequeños. Son los que abarcan los milagros más grandes – la matriz que los une a todos.

Un milagro verdadero que nace de nuevo cada mañana, es nuestro cuerpo físico. Mira a nuestra piel sobre él. Las células muertas de la piel se reemplazan con células nuevas continuamente. Allí se ve como nace la vida desde la muerte. La semilla que se entierra en el suelo echa raíces y alcanza a convertirse en una vibrante flor, fruta, etc. Vemos ejemplos del ciclo de la vida y la muerte todos los días.

Hay una cualidad vinculante de donde parten todos los milagros: el amor. El verdadero amor incondicional es transformación, nunca muere, está en constante evolución y se manifiesta de muchas maneras que podemos percibir a lo largo de todo lo que vemos. He oído la expresión de que Dios es amor; sea como sea que nombremos a la Fuente Divina, si sólo se usa una palabra para describir al Espíritu, siento que la palabra amor encaja bien. Vemos las manifestaciones de amor, los milagros, con cada aliento que tomamos, en cada momento de nuestra existencia. No debemos ignorar a aquellos que se manifiestan en grande en nuestra vista física y, sin embargo, también, no debemos olvidar mirar más allá de ellos para ver los otros que están siempre delante de nosotros y que hemos dejado de recordar todos los días.