Practicando soluciones Por Mary Cook, MA, RA El dolor y los problemas son campanas que nos llaman a desafiar a las viejas creencias en favor de nuevas perspectivas. Más dolor viene cuando negamos o luchamos contra los problemas, mientras que los regalos más grandes vienen del desarrollo psicológico y las prácticas espirituales. La sanación requiere de un compromiso de no causarnos daño a nosotros mismos o a los demás. Con la excepción de situaciones concretas de emergencia o crisis, es aconsejable que se abstenga de tomar decisiones o emprender acciones importantes hasta que tenga un estado exterior de silencio, paz interior y claridad de pensamiento. Tal vez necesitemos ayuda de otras personas que puedan proporcionar la empatía, la estabilidad y el conocimiento, creando así un clima emocionalmente seguro en el que la claridad personal puede desarrollarse. Nuestros problemas observables y emociones difíciles, aunque sin duda son preocupaciones por derecho propio, a menudo están defendiendo el tener conocimiento consciente de nuestros problemas más profundos, junto con sus pensamientos y sentimientos acompañantes. Muchas personas con adicciones, compulsiones y los problemas crónicos graves tienen un historial de gran trauma o abuso infantil. Por lo tanto, es prudente explorar posibles paralelismos entre los conflictos presentes cómo adultos y los escenarios de la infancia. Todas las señales sensoriales, de comportamientos, sentimientos y pensamientos que son similares a situaciones traumáticas en el pasado, pueden volver a estimular las energías dolorosas originales. El examen de nuestros mecanismos de defensa y los defectos de carácter nos permiten encontrar una solución a partir de principios espirituales. El demostrar activamente estos principios en nuestra vida diaria, nos ofrece la curación de los problemas más profundos que activan comportamientos sintomáticos negativos. Si hemos vivido en el caos y la confusión, por ejemplo, podemos practicar la serenidad, con períodos de respiración profunda, la relajación física, la oración o la meditación. Esto altera los hábitos negativos, infunde la esperanza de la liberación de la tensión original y ofrece un calmante para aliviar la sensación de vacío cuando el caos disminuye. Es importante reconocer y reforzar los momentos de solución, y estar agradecidos por poder experimentarlos. Así es como atraemos más energía positiva. Mientras tengamos un deseo genuino para el crecimiento espiritual, no importa si al principio nuestros esfuerzos por comportarnos con principios espirituales se sienten falsos. Sólo parece de esa manera, porque estamos acostumbrados a creer que nuestro falso yo es nuestra verdadera identidad. Y este falso yo no quiere perder el poder o ser disuelto. El falso yo está compuesto por adaptaciones defensivas para causar daño, que hemos tenido desde la infancia. Su papel era el de protegernos cuando no había otros medios saludables. Las resistencias iniciales a este falso yo estimulan el miedo y las amenazas, sin embargo la persistencia en la práctica de soluciones lo ilumina y transforma. Los mecanismos de defensa pueden proporcionar alivio a corto plazo, pero no están destinados a ser utilizados como muletas de por vida, porque refuerzan el problema original, crean nuevos problemas, y previene la sanación y el crecimiento. Nuestro verdadero ser está alineado con nuestra alma, y eso es a lo que le damos poder cuando practicamos los principios espirituales. Debido a que la verdad es más poderosa que las falsas creencias e identidades defensivas, no es necesario intervenir en cada pensamiento negativo, sentimiento o acción, ni es necesario sentirnos genuinos en nuestra práctica, para poder lograr un cambio positivo. Siempre y cuando estemos dispuestos, estemos atentos a nuestros pensamientos y comportamientos y que practiquemos las soluciones de la mejor manera posible, la verdadera transformación espiritual ocurrirá. Por otra parte, nuestro falso yo contiene la energía de las fuerzas de oposición, tales como los deseos, carencias, temores, anhelos y abstinencias. Los principios espirituales son energías unificadas, armoniosas que dan libremente, sin expectativas, imposiciones o prejuicios. A medida que nos acostumbramos más a la energía positiva, la ligereza, y sentimientos mejores acerca de nosotros mismos y de la vida, nuestra práctica se profundizará e intensificará por su cuenta. Por lo tanto, si hemos sido egoístas, practicamos la generosidad y esto cambia nuestra conciencia para que podamos percibir la riqueza dentro de nosotros. Si hemos expuesto la ira y la rebeldía entonces el demostrar amabilidad y ayudar a los demás nos permite experimentar las mismas energías dentro de nosotros, de las cuales nos hemos sentido tan desesperadamente privados. Si hemos expresado la violencia y el odio, tomamos acciones que promuevan la paz y la reverencia por la vida. Esto ayuda a limpiarnos del dolor y el horror de la agresión que hemos recibido y sufrido, y les hemos causado a otros. La arrogancia se convierte en humildad y la codicia se convierte en gratitud, con cada pequeño paso espiritual que demos. Nos damos cuenta de que ya no tenemos que luchar o tener miedo a nosotros mismos o el mundo exterior debido a los problemas y el dolor. En cambio, estas son las campanas dentro de nosotros llamándonos a niveles más altos de maduración y de regalos mayores. Mary Cook es la autora de “Gracia perdida y encontrada: Desde las adicciones y compulsiones a la satisfacción y serenidad”. Ella tiene más de 35 años de práctica clínica y 29 años de experiencia en la docencia universitaria. Ella es una oradora nacional y tiene una práctica privada. María está disponible para el asesoramiento telefónico y en su oficina, la meditación guiada, pláticas y capacitación en servicio. Póngase en contacto con ella en http://www.marycookma.com. Comparte esto: Click to share on Facebook (Opens in new window) Facebook Click to share on X (Opens in new window) X